United States or Germany ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tuvo la madre de nuestro Fabrice la dicha inefable de presenciar los triunfos primeros de su hijo, quien le debía en parte no sólo la naciente nombradía, si que también esa atractiva mezcla de suavidad y de energía que es la natural y conmovedora consecuencia de ese doble papel de protegidos y de protectores que nos hacen, tantas veces jugar los acontecimientos.

Y entonces salía un ángel muy vistoso por otro balcón de la plaza, y cantaba el inefable misterio de la Redención, empezando: "Esta es la sentencia que manda cumplir el Eterno Padre..." y lo demás que tantas veces hemos oído los que somos de por allí. Pero, volviendo al P. Jacinto, diré que su mérito como predicador era quizás lo de menos. Su gran valer fué como director espiritual.

En cierto modo, yo puedo aliviarme del peso que me fatiga, sacándole fuera de mi alma, encadenándole en la palabra escrita, aunque nadie la lea. La palabra es don divino, y posee, entre mil otras virtudes, una admirable energía consoladora. Lo que se fija y encierra en letras, queda allí como preso y atado, y no lastima y destroza tanto el corazón como lo que persiste en él inefable e informe.

Cada día encontraba la Regenta mayor consistencia en la idea de las cosas finitas; ya no le costaba tanto trabajo reconocer su realidad: volvían los seres materiales a tener para ella la poesía inefable del dibujo; la plasticidad de los cuerpos era una especie de bienestar de la materia, una prueba de la solidez del universo; y Ana se sentía bien en medio de la vida.

Así que es preciso que el celebro concurra con su ayuda al exercicio de las operaciones de los sentidos, no porque en él se hagan las sensaciones, sino por las leyes de la necesaria conexîon con que en el cuerpo humano unas partes se socorren de otras, y todas juntas se encaminan á mantener el prodigioso enlace, y á cumplir los fines que les ha prescrito con inefable sabiduría el Hacedor de todas las cosas.

Bien molido estaba Zarapicos, cuando acercó a coger entre sus dientes un dedo de Pecado. ¡Oh! ¡Con qué inefable delicia apretó las quijadas! Mariano dio agudísimo grito, y saltó como gallo herido. El otro se levantó. Su rostro era un conjunto de dolor, de vergüenza, totalmente embadurnado de fango y lágrimas. Al mismo tiempo reía y lloraba.

Mas si, por acaso, mi querida amiga, segura de mi renuncia, la toda recompensa terrestre, me permitiese desarrollar junto a usted, en un día de soledad, las agitadas confidencias de mi pecho, seguramente que realizaría un acto de inefable misericordia, como en otro tiempo la Virgen María, cuando animaba a sus adoradores, eremitas y santos, descendiendo en una nube y otorgándoles una sonrisa fugitiva, o dejando caer entre sus manos levantadas una rosa del Paraíso.

Y el Océano que dócil a él va y viene sin cesar desde el principio del mundo, se encendió en pura llama, tembló su vasto seno inflamado, y arrojó sus aguas a las peñas de Santa María como enormes capas de mercurio que al retirarse se sobreponían a otras y se fundían con ellas. Reinaba silencio sublime, un recogimiento de suavidad inefable en aquella escena tan vieja y tan nueva a la vez.

No era en estas palabras, de una galantería vulgar, donde estaba la dulzura inefable que encontraba Ana en lo que oía: era en la voz, en los movimientos, en un olor de incienso espiritual que parecía entrar hasta el alma. Quedaron en que a la mañana siguiente, muy temprano, don Fermín esperaría en su capilla a la Regenta para reconciliar.

Luisa, sentada al lado de su padre, miraba a éste con una inefable ternura; diríase que la joven abrigaba el temor de no verle más; sus irritados ojos revelaban que por ellos habían corrido abundantes lágrimas. Hullin, aunque estaba sereno, parecía algo intranquilo.