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Y Fernandito, con resignada sonrisa, contestó: El vol-au-vent de codornices... Siempre se me indigesta. ¿Sabes? ¡Pues ya lo creo que lo , polaina!... Por eso tomo yo siempre vol-au-vent de sopa de ajo replicó Diógenes. Y cediendo a su instinto natural de desvergonzada capigorronería, añadió: Oye... ¿Y quién me lleva a luego en su coche, o Jacobo?

En las afecciones de pecho de los niños es necesario auxiliar á este medicamento con ipecacuana, porque hay en su esfera de accion terapéutica ciertas hipersecreciones de las mucosas, sin esceptuar la blenorrea del recto, el embarazo gástrico y gastro-intestinal con salivacion, sin calosfríos, pero con sensacion de frio, y gastropatías á consecuencia de los escesos de una alimentacion empalagosa, farinácea, indigesta.

Ya me indigesta tanta gallina. ¿Quieres llevártela? ¿Cómo no? Venga. También quedaron cuatro chuletas. Ponte ha comido fuera. Vengan. ¿Te lo mando con Hilaria? No, que me lo llevo yo misma. Vamos a ver cómo me arreglo. Lo pongo todo en un plato, y el plato en una servilleta... así; agarro mis cuatro puntas... ¿Y este pedazo de pastel?... Es riquísimo.

Una tempestad de bravos y de aplausos estalló al fin en el teatro, y Villamelón salió entonces de su arrobamiento, exclamando con aire de reconcentración profunda: ¡Lo dije!... El vol-au-vent de codornices se me indigesta siempre...

En resumidas cuentas, lo mismo me da caminar contigo por aquí que con un árbol frondoso: eres tan fresco y tan sombrío como cualquiera del Retiro. Y cuando algún amigo los tropezaba y les decía: Siempre juntitos, ¿eh? Miguel contestaba guiñando el ojo: El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Perico ponía una cara muy indigesta y masticaba algunas palabras de disgusto.

Lo tengo dicho: siempre se me indigesta. ¿Me entiendes?... ¡Vaya por Dios, vida mía!... Mira, pasea un poquito y eso te vendrá bien... Acompaña a Leopoldina y vuélvete pronto... Y cada vez más impaciente, advirtió a esta por lo bajo: Que no se huela Carmen a lo que vas... Mira que las pesca al vuelo. Villamelón, haciendo figuras, se atrevió a decir: Quizá en casa...

La comida era ademas algo indigesta; el sueño de la siesta ha sido demasiado breve, y no sin alguna pesadilla. ¿Se quiere mas? ¿No son estos motivos bastante poderosos para trastornar el espíritu de un hombre grave y modificar sus opiniones? A pesar de todas las citas, ¿quién os ha llevado á su casa bajo una constelacion tan infausta? Tal es el hombre; la menor cosa le desconcierta, le hace otro.

Precipítome huyendo del teatro en la literatura. Un señorón encopetado acaba de publicar una obra indigesta.

Por de pronto, a casa de nuestra amiga la marquesa de Montálvez, que ya no es la indigesta, doliente y envejecida matrona de antes ni vive en el suntuoso principal de la calle de Alcalá, donde tantas veces penetramos el lector y yo: ahora se trata de su hija, la cual, si ha perdido mucho en frescura con el cambio de vida y el roce de los años, ha ganado otros atractivos no menos poderosos con la vigorosa acentuación de sus formas, que ha modificado su belleza, pero sin destruirla, y vive en la calle del Barquillo, desde la fuga del banquero, en otro principal bastante más barato y más pequeño, o mejor dicho, bastante menos caro y menos grande que el de la calle de Alcalá.

Su cabeza es enérgica, redonda, fuerte, trasquilada al rape; muestra en su gesto y en sus ademanes como un desdén altivo, como un enojo reprimido hacia esta comida sórdida e indigesta que, poco a poco, con lentitud desesperante, nos van sirviendo. Yo que es el presidente del Círculo Industrial de Madrid; yo le reputo por uno de los hombres más enérgicos y emprendedores de la España laboriosa.