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Que considerando nuestras sensaciones como fenómenos puramente internos, se dividen en dos clases muy diferentes: unos que dependen de nuestra voluntad, otros independientes de ella; unos inconexos entre , ó variables en sus relaciones, á gusto del que los experimenta; otros sujetos á cierta conexion que nosotros no podemos destruir ni variar.

Después pasé la vista por todos y cada uno de los innumerables e inconexos trastos, enseres y chirimbolos que había en aquel recinto, y hasta me interesaron dos ollones y tres cazuelas de barro, cuyas coberteras temblaban entre espumarajos al impulso de lo que hervía debajo de ellas, arrimados a la lumbre y calzados con sendos morrillos por detrás; por último, y cuando ya nada tenía que examinar en la cocina y sus accesorios, fijé toda mi atención en mi tío, que andaba a mi vera, o tan frontero a como se lo permitía la fogata que ambos teníamos delante, buscándome la palabra y colmándome de atenciones cariñosas. ¡Vaya usted a saber de qué capricho inconsciente, de qué evolución desacordada, nació aquel procedimiento tan descortés con lo más interesante y, desde luego, lo más estimado y respetable para , entre cuanto había, en aquella ocasión, al alcance de mis ojos!...

Esa unidad del yo es indispensable para el enlace de todos los fenómenos en un punto; sin ella es imposible todo recuerdo, toda combinacion, toda conciencia; nuestro propio ser se desvanece, no es mas que una serie de fenómenos inconexos.

Hechos inconexos, doctrinas, experimentos y especulaciones; todo se baraja y se agrupa con cierto orden en torno de una idea capital: la equivalencia de los tiempos; la afirmación de que las desventajas de una época existen sólo para los espíritus débiles y enfermizos; la negación de que nuestra edad sea la edad de la razón por contraposición a la edad de la fe; y el convencimiento de que la fe y la razón viven en perpetuo sincronismo; de que la poesía y la prosa de la vida se compenetran y funden; de que el mundo es joven y la humanidad casi niña; y de que los patriarcas, videntes y profetas, se entienden con nosotros, a través de las edades, y nos saludan y nos alargan la mano, y nos animan a tener confianza y a escribir nuevas Biblias y a unir la tierra con el cielo.

Media hora después llegaban a la estación en que dejaban el tren para tomar a pie la carretera que los conducía a las marismas de Palomares. Don Víctor despertó asustado, gracias a un golpe que le dio en el hombro Frígilis. Había soñado mil disparates inconexos; él mismo, vestido de canónigo con traje de coro, casaba en la iglesia parroquial del Vivero a don Álvaro y a la Regenta.

Sin este vínculo, sin esa unidad, no hay un ser sensible, sino sucesion de sensaciones, como fenómenos inconexos del todo. Esta es una distincion que me parece de importancia.

Existirá una serie de hechos inconexos, de conciencias aisladas; mas esa conciencia íntima que ahora experimento. Esto es indudable; esto lo siente todo hombre en mismo; esto para nadie admite discusion ni prueba, para nadie las necesita.

Sin la unidad del yo, no hay sensaciones; y sin estas nada podemos experimentar de los seres que nos rodean. Entonces la filosofía pierde su punto de apoyo; todo cuanto experimentamos en nuestro interior, es una serie de fenómenos inconexos, incapaz de ser observada, y de estar sometida á ninguna regla.

Entonces no habria en nosotros mas que una sucesion de fenómenos inconexos, y por tanto serian imposibles la memoria y la combinacion. El pensamiento es un absurdo, si no hay algo que piense, permaneciendo idéntico bajo la variedad de las formas del pensar. En nosotros pues hay un sujeto simple que todo lo enlaza, en el cual se verifican esas mudanzas; hay pues una substancia.

La dilatada escala en que están distribuidos los seres, y que á primera vista pudiera parecer un conjunto de objetos inconexos, va manifestándose á los ojos de la ciencia como una cadena delicadamente trabajada cuyos eslabones presentan sucesivamente mayor belleza y perfeccion.