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Los niños pequeñuelos acuden a verla las pocas veces que sale a la calle y quieren besarla la mano; las mozuelas le sonríen y la saludan con amor; los hombres todos se quitan el sombrero a su paso y se inclinan con la más espontánea reverencia y con la más sencilla y natural simpatía.

Grandes bailes, grandes saraos, en salones suntuosísimos; las señoras vestidas de corte, los caballeros cubiertos de casacas; los diplomáticos relumbrantes de oro galonado; los militares con más cruces que un cementerio. Pasa el rey.... unos se inclinan, otros se yerguen militarmente, que es una forma de inclinarse. Pasa la reina..., reverencia general hasta el suelo.

De este modo, , comprendo la confesión; pero a bordo, en medio de una tempestad, cuando únicamente a fuerza de brazos se puede escapar a una muerte inminente, cuando las olas se estrellan con furia contra la embarcación, cuando a cada momento se ve desaparecer una vela, cuando los palos se inclinan y crujen, cuando el oleaje se abate y muge sobre el puente, lo arrolla todo y arrastra hombres, vergas, botes... ¡oh! entonces la confesión es una práctica por lo menos fuera de uso y sin utilidad ninguna para virar en redondo o para largar una gavia.

Aun concediendo que la epopeya indicada se asemeja algo á la poesía popular, como sucede, por ejemplo, con las estrofas en que el poeta se dirige á sus auditores, más sólidos fundamentos nos inclinan á considerarla como parto de la poesía artística. Trazas innegables de ello llevan la lengua, á pesar de su rudeza, y el ritmo, no obstante su monotonía.

¡Cuánta fe necesita el hombre para que su alma no se cáuterice, al tocar la hiel corrosiva de estas nauseabundas experiencias! No siento odio; acaso no siento desprecio tampoco, pero siento una profunda lástima, y sobre todo un profundo dolor. Este es quizá un malvado, un holgazan, un idiota. ¿Lleva cadena? -. ¿Lleva brillantes? -. ¿Va en coche? . ¿Se inclinan ante él sus lacayos? -.

Pero lo que abundaba en este lugar solitario y silencioso, eran los cipreses y las palmeras, árboles de los conventos, los unos de brote derecho y austero, que aspiran a las alturas; los otros no menos elevados, pero que inclinan sus brazos a la tierra, como para atraer a las plantas débiles que vegetan en ella.

Estos suelen ser grandes proyectistas y charlatanes. Otros adolecen del defecto contrario; ven bien, pero poco; el objeto no se les ofrece sino por un lado; si este desaparece, ya no ven nada. Estos se inclinan á ser sentenciosos y aferrados en sus temas. Se parecen á los que no han salido nunca de su país; fuera del horizonte á que estan acostumbrados, se imaginan que no hay mas mundo.

Los más tienen la barba cortada a lo Jesucristo. Muchos ojos negros almibarados y rosas en las mejillas. Inclinan la cabeza con una languidez entre romántica y cachazuda; aquello lo mismo puede significar: «Señorita, abrigo una pasión secreta, que...». «Señorita, ni la paciencia de Job... pero tendré paciencia».

Cada vez que el toro se fastidiaba y arremetía a uno de ellos, era seguro ver al pobre capeador por los aires o hecho tortilla contra las barandas, lo que no causa mucho placer que digamos. Cuando el toro es bravo y el hombre hábil y valeroso, las simpatías se inclinan siempre al hombre; a me sucedía lo contrario.

Muchas veces le he preguntado a mi corazón si te ama como mereces ser amado, y siempre me responde que ; pero mis gustos me inclinan hacia otro lado, me llevan por otro camino.... ¿A dónde? Yo misma no lo . Acaso a servir a los pobres, a los enfermos, a los huérfanos como yo, para quienes el mundo es un desierto.