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¡Oh! ya conozco dijo Priscila con una sonrisa sarcástica esa manera de ser de las mujeres casadas; os incitan a hablar mal de sus maridos y luego se vuelven contra vos y os hacen el elogio de esos señores, como si los tuvieran para vender. Pero papá debe estarnos esperando; volvámonos.

Luego que los muchachos llegan a la edad de poderse casar, no retardan mucho el verificarlo, ya porque sus padres o el cura les dicen que se casen, o porque los estímulos de la concupiscencia les incitan a ello. Los más se casan con la que les dicen que se casen, pues hasta en esto tienen tan cautiva la voluntad que no se atreven a hacer elección de la que ha de ser su mujer.

Con su venida todos resucitan, Que viendo la miseria tan crecida, A dar de lo que tienen bien se incitan, Por volver de la muerte

Estas apreciaciones resultan tambien de los síntomas cutáneos siguientes: hormigueo y prurito lancinante y quemante; pequeños granos purulentos; granos sensibles al tacto, algo purulentos y rodeados de una auréola roja; especie de diviesos dolorosos; mancha roja, pruritosa en el glande, en el prepucio, con granos que incitan á rascarse; ulceraciones en las comisuras de la boca; tumefaccion de los labios, de la nariz, del pié; hinchazon activa de los gánglios submaxilares.

Ella es la autora de sus revoluciones; de la pereza propia de los climas cálidos; de la embriaguez a que incitan los climas fríos; de la afición desmedida al juego en gentes que nunca gustaron del placer de la lectura; de la imprevisión y falta de ahorro en países acostumbrados a la abundancia. Algunos hasta la increpan porque su república tiene pocos ferrocarriles...

Señales ciertas de dolores ciertos Se me han representado en el camino, Y los canos cabellos tengo yertos. Si acaso yo no soy mal adevino, Nunca con bien saldremos desta impresa. Ay desdichado pueblo Numantino! Hagamos nuestro oficio con la priesa Que nos incitan los agueros tristes.

Y, en diciendo esto, apretó los muslos a Rocinante, porque espuelas no las tenía, y, a todo galope, porque carrera tirada no se lee en toda esta verdadera historia que jamás la diese Rocinante, se fue a encontrar con los diciplinantes, bien que fueran el cura y el canónigo y barbero a detenelle; mas no les fue posible, ni menos le detuvieron las voces que Sancho le daba, diciendo: ¿Adónde va, señor don Quijote? ¿Qué demonios lleva en el pecho, que le incitan a ir contra nuestra fe católica?

Mas esto no se hace; el hombre se abalanza, se pega á los objetos que le incitan, viviendo tan solo con esa vida exterior que no le deja tiempo para pensar en mismo.