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A principios de 1610 súpose en Sevilla, después de algún tiempo de incertidumbres, que amenazaba la orden del monarca decretando la expulsión, y con objeto de prevenir cualquier incidente que pudiera sobrevenir, las autoridades tomaron medidas en extremo rigurosas.

ii Por lo dicho se habrá comprendido que el Delfín era un hombre enteramente desocupado. Cuando se casó, hízole proposiciones don Baldomero para que tomase algunos miles y negociara con ellos, ya jugando a la Bolsa, ya en otra especulación cualquiera. Aceptó el joven, mas no le satisfizo el ensayo, y renunció en absoluto a meterse en negocios que traen muchas incertidumbres y desvelos.

Un autor primerizo se halla en el teatro, según la frase vulgar, «como gallina en corral ajeno». La misma timidez que informa sus gestos y palabras, desautorizándole, eriza su camino de pequeños obstáculos. Sus incertidumbres, su miedo al fracaso, le hacen accesible á las observaciones de todo el mundo.

Era un retrato de medio cuerpo concebido en un estilo antiguo, con fondo oscuro: el vestido indeciso y sin ningún accesorio, dos manos espléndidas, la cabellera medio perdida, la cabeza presentada de frente, firme de contornos, grabada sobre el lienzo con la precisión de un esmalte y modelada yo no de qué manera sobria, amplia y sin embargo velada, que daba a la fisonomía incertidumbres extraordinarias y hacía palpitar un alma emocionada en el vigoroso dibujo de las facciones tan firme y resuelto como el grabado de una medalla.

Tengo observado que cuanta mayor es mi soledad y mi retraimiento del mundo, soy más piadosa y feliz. Pero no hay remedio; debo alejarme de aquí: debo volver a mis tareas ordinarias, a mis deberes, a mis incertidumbres.

He sentido también la misma emoción de gozo que experimenté y quedó encerrada dentro del corazón, cuando me hizo, por fin, interrogar por su hermana para saber si consentía yo en que me demandase en matrimonio; después, nuestra primera entrevista delante de su hermana, nuestros paseos por los alrededores del colegio en compañía de las canonesas de más edad, la demanda y los grandes obstáculos de la familia, y las muchas lágrimas vertidas durante los tres años de incertidumbres, mientras rogaba a Dios, para obtener el milagro del consentimiento de su familia, que llegó a parecerme imposible; en fin, los años de dicha y de ventura, en la humilde soledad de Milly, tan humilde entonces como actualmente; mi desesperación cuando, apenas casados, él, sacrificándolo todo, incluso a , corrió desesperado a París para cumplir su deber de simple voluntario de la Casa Real, durante el célebre 10 de Agosto; la protección divina que le hizo escapar del jardín de las Tullerías cubierto de sangre; su huida, su vuelta aquí, su encarcelamiento, mis inquietudes por su vida, mis visitas a las rejas de su cárcel, donde yo le llevaba nuestro hijo para que le abrazara al través de los hierros, mis excursiones con mi hijo en brazos por toda la ciudad, tanto en Dijón como en Lyón, para enternecer a los severos representantes del pueblo, donde una sola palabra pronunciada por ellos podía ser para la vida o la muerte; la caída de Robespierre, la vuelta a Milly, el nacimiento sucesivo de mis siete hijos, su educación, sus casamientos y la desaparición de la tierra de aquellos dos ángeles, de que los otros... ¡ah! no me consolarán jamás.

El hombre que se mueve en estas escenas, se siente asaltado de temores e incertidumbres fantásticas, de sueños que le preocupan despierto.

En la existencia real, en todo verdadero suceso histórico, suelen quedar en pie y sin aclarar tales dudas; pero tal vez en una ficción novelesca, y cuando el autor penetra en lo más íntimo del alma de su héroe y allí lo ve y lo escudriña todo, semejantes incertidumbres y nebulosidades menoscaban el efecto de la composición en vez de aumentarle.

En estas incertidumbres transcurrió para él la primera semana después de su vuelta a los Genets.

La esperanza de mi vida volvería a brillar. "Sin embargo, si esa indiferencia no fuera sino fingida, en los dos... "Nada hay peor que esta clase de incertidumbres. Para distraerme, para arrancarme un poco la preocupación, acompañé a Camucha al taller de repujado que tiene una profesora francesa. Son muchas las señoras y las niñas que aprenden ese trabajo.