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No le duró mucho la incertidumbre: su hermana le llamó presto para levantar a don José; y como éste le preguntara por la madre, Leocadia dijo que había ido a la iglesia. Aunque me lo ocultéis repuso Pepe veo que aquí anda la mano de Tirso. No , pero, hazte cargo; estando él aquí, parece feo que nadie oiga misa. Eres lista y comprenderás mi temor.

Los que creían en el suicidio se apoyaban precisamente en esta incertidumbre. ¿Cómo acordar crédito a una acusación que no podía precisarse? Sostener que los dos juntos habían muerto a la Condesa no parecía posible y sólo algunos acusadores encarnizados en su odio a los revolucionarios, decían que los dos habían podido ponerse de acuerdo en el proyecto homicida.

La incertidumbre de Ferpierre sobre el significado de estas palabras duró poco: el pensamiento de la narradora se iba precisando de página en página. Creía la Condesa que su marido no había muerto por casualidad sino deliberadamente; que al hallar una muerte tremenda bajo las ruedas de un tren él la había buscado.

El digno encajero no podía apartar de si el licor amarguísimo que un demonio invisible le ponía en los labios; ya suspiraba, ya se golpeaba la cabeza venerable, ya por fin elevaba los brazos y los ojos al cielo pidiendo a Dios que le librara de aquel fiero tormento. «Ni un momento más puedo vivir en esta incertidumbre, gritó. Sr. D. Salvador, venga usted al momento; necesito hablarle».

Los residentes en América sentían los primeros asaltos de la inquietud. ¿Qué malas noticias saldrían a recibirles? ¿Cómo iban a encontrar los negocios después de su ausencia?... Los que iban a las tierras nuevas por primera vez sufrían la angustia de la incertidumbre, la duda del que va a arrostrar una prueba decisiva.

Sin el principio de contradiccion tampoco vale nada el otro: «lo que está contenido en la idea clara y distinta de una cosa se puede afirmar de ella con toda certeza»: porque si á un mismo tiempo es posible el ser y el no ser, una idea podrá ser clara y oscura, distinta y contusa; un predicado podrá estar contenido en un sujeto y no contenido; podrá haber certeza é incertidumbre; afirmacion y negacion; luego esta regla no sirve para nada.

Entre sus consejos teóricos dice, que, en cuanto sea posible, se deje á los espectadores en la incertidumbre de cuál será el término de la fábula; pero abusa á veces de esta opinión literaria, y lo dilata tan largo tiempo, que nada se vislumbra de él hasta la última escena, y el nudo no se desata natural, sino forzadamente.

La incertidumbre moral de la imposibilidad del suicidio lo había impulsado a acusar a los dos rusos, aunque sin que por eso pudiera decir sobre cuál de los dos debía recaer principalmente la sospecha. Pero cuando oyó decir que la Natzichet asumía la responsabilidad del delito, semejante resultado le produjo tanto descontento, como el que le habría causado la confirmación del suicidio.

No, no eres un niño; a ti no te duele que tu madre se consuma de impaciencia, se muera de incertidumbre.... La madre es un mueble que sirve para cuidar de la hacienda, como un perro; tu madre te da su sangre, se arranca los ojos por ti, se condena por ti... pero no eres un niño, y das tu sangre, y los ojos y la salvación... por una mujerota.... ¡Madre! ¡Por una mala mujer! ¡Señora!

Estos sólo se detenían, con asombro e incertidumbre, en el segundo corral, viendo ante ellos la pared y encontrando, al revolverse, la puerta cerrada. Comenzaba entonces el encajonamiento. Uno a uno eran dirigidos los toros, con tremolar de trapos, gritos y golpes de garrocha, hacia una callejuela, en mitad de la cual estaba colocado el cajón de viaje con las dos puertas levantadas.