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Y bien puede asegurarse que el señor D. José Joaquín Domínguez escribe con muy castiza elegancia y delicado gusto, y deja conocer, sin afectación y sin importunos alardes, que ha estudiado bien a nuestros clásicos y a los de la docta antigüedad griega y romana, sin copiar servilmente nada de ellos, sino poniendo en su estilo sabor y aroma, como el que presta al vino nuevo la solera de vino rancio y generoso que el antiguo vaso contiene.

De repente, sonaron hacia el fondo del teatro pasos importunos, que hacían crujir las tablas del escenario; furioso Butrón volvióse agitando las manos extendidas e interpelando en colérico sotto voce al imprudente, como al bueno de Kent el rey Lear: ¡Despacio, demonio, despacio!...

Satisfecha con su cuna, con la posición que ocupaba en la corte y con sus rentas, que la bastaban y aun la sobraban para destinar parte de ellas á la caridad, doña Juana de Velasco, ó sea la duquesa de Gandía, era feliz, salvo algunos importunos recuerdos de su juventud.

17 consuele vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra. 1 Resta, hermanos, que oréis por nosotros, que la Palabra del Señor corra y sea hecha ilustre así como entre vosotros; 2 y que seamos librados de hombres importunos y malos; porque no es de todos la fe. 3 Mas fiel es el Señor, que os confirmará y guardará del mal.

A aquella hora la oficina estaba cerrada, y libres de importunos, ambos gozaban de la intimidad del reposo dominical que adormecía al humilde pueblo. Sentado enfrente de ella en el saloncillo ajado y delante del almohadón en que Liette acababa de poner su cesto de labor, Carlos se creía vuelto a la niñez y una sensación de exquisita dulzura penetraba en su ser.

Se encuentra de cara á la luz y sus negros cabellos, peinados negligentemente hacia atrás, brillan como el azabache, y sus largas pestañas, cada vez que levanta la cabeza, bajan y suben con ligero temblor queriendo evitar los rayos importunos de la luz. El conde no es hermoso, pero tenía mucha razón Octavio al presumir que era un hombre distinguido.

Si te retiene, quédate; piensa en el autor, en el estado de su espíritu cuando pintó esa figura celeste, en el ideal flotante de su época, y luego, vuelve los ojos a lo íntimo de tu propio ser, anima los recuerdos tímidos que al amparo de una vaga semejanza asoman sus cabecitas y temiendo ser importunos, no se yerguen por entero.

Después se nos presenta en la escena Doña Inés, la hermana del matador, que se ve perseguida por los ruegos amorosos importunos de un hermano del muerto, á quien anuncia que se abstenga en lo sucesivo de visitarla en el instante mismo, en que recibe la noticia del homicidio y huida de Don Luis; y como se considera por esta causa sin protector contra las asechanzas y pretensiones de un amante odioso, resuelve, sin demora, disfrazarse de hombre y reunirse con el fugitivo.

La llegada de los importunos huéspedes hízole levantar el campo, huyendo hacia el interior con el chocolate en una mano y los picatostes en la otra.

Ni es tan ligado Sísifo á su peña, Porque jamás holgamos en poblado, Si no es que de vivienda sea pequeña: Y entonces aún nos ponen en cuidado Algunos mozalbetes, que importunos Nos persiguen que honremos su tablado. Caminamos á veces medio ayunos, Ni perdonamos al invierno helado, Aunque nos convirtamos en Neptunos.