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Y ahora se van a comer. ¿Y me voy a quedar solo con Blas? No, tonto, Jacinta comerá aquí contigo. Mientras su mujer comía, ni un momento dejó de importunarla: « no comes, estás desganada; a ti te pasa algo; disimulas algo... A no me la das . Francamente, nunca está uno tranquilo... pensando siempre si te nos pondrás mala.

Ella sola se llevaba medio tocador, y después, para hacerla entrar en la perfumería, había que importunarla toda una semana. La toilette acabó con poca alegría. Las deficiencias del tocador habían malhumorado a las dos hermanas. Lanzábanse miradas de sorda hostilidad.

La coquetería es infinita. Don Diego esperaba pacientemente que Germana le comprendiese. Era demasiado delicado y demasiado orgulloso para importunarla con sus cumplimientos, pero siempre estaba dispuesto a dar el primer paso cuando ella le llamase con la mirada. Para la joven se había hecho ya una dulce costumbre el espectáculo de aquella amistad discreta y silenciosa.

Paz, comprendiendo que no se trataba de una obra de caridad, y como no adivinase cuál era el objeto de la visita, repuso: Papá ha salido. No deseaba ver a su papá, sino a usted misma, señorita. Entonces, Vd. dirá. Ante todo, la ruego que tenga en cuenta que sólo por circunstancias verdaderamente graves me he tomado la libertad de venir a importunarla.

Su pena sincera no era parte a ocultar la satisfacción que la embargaba por el feliz arreglo de su conflicto metálico en aquel día crítico. Cómo y de qué manera se había hecho el arreglo, ya lo diría más adelante, pues no era ocasión de importunarla con cosas que no le importaban... «¿Y el médico qué dice?». La excelente señora esperaba que la ceguera fuese una desazón de pocos días.

Así trascurrían los meses y se acercaba el aniversario de la muerte del pobre Gabriel cuando las amigas íntimas de Emilia comenzaron a importunarla con avisos y advertencias que la sacaban de sus casillas.

Con estas que daba, al parecer justas escusas, dejaba el tío de importunarla, y esperaba a que entrase algo más en edad y ella supiese escoger compañía a su gusto. Porque decía él, y decía muy bien, que no habían de dar los padres a sus hijos estado contra su voluntad.