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Así tiene que ser, continuó el joven eclesiástico, porque, si pensamos de otro modo, ¿no implicaría que el Padre Celestial, el Creador de todas las cosas de este mundo, ha tenido en poco una acción pecaminosa, y no ha dado mucha importancia á la diferencia que existe entre un amor puro y uno impuro?

Entonces, en estos diálogos a solas, sin reflexionarlo ni él ni ella, sin que fuese circunspección estudiada, lo cual implicaría un temor de que ambos se veían exentos, sino por instintiva, inocente y santa delicadez, por pudor inconsciente, por recato santísimo del corazón, jamás hablaban de sus propias personas, ni de lo íntimo de las almas, aunque fuese en general, sino de la pompa exterior del material universo, y de la armonía, riqueza y orden que le adornan, proclamando la bondad, el poder y la sabiduría de quien le sacó de la nada.

Declárartelo bien contestó el viejo implicaría dos cosas tan difíciles que rayan en lo imposible. Es la primera que si lo supiese yo, yo estaría ya en el nirvana y sería omnicio o digase conocedor de cuanto ha sido, es y será; del sujeto, del objeto y de la síntesis en que se enlazan e identifican, siendo todo y uno y disipándose las aparentes ilusiones que distinguen, individualizan y separan.

No, señores, continuó adoptando un tono más y más declamatorio, no debemos ni siquiera admitir en esta materia la posibilidad de una consulta con otras entidades más ó menos opuestas, pues la sola idea implicaría la tolerancia del hecho; vuestra conducta hasta ahora ha sido franca, leal, sin vacilaciones, sin recelos; os dirigís á él sencilla y directamente, las consideraciones que espusisteis no pueden ser más atendibles; vuestro fin es aligerar la tarea de los profesores en los primeros años y facilitar el estudio á centenares de estudiantes que llenan las aulas y de los que no puede cuidarse un solo profesor.

Miró don Quijote atentamente al mayordomo, y, habiéndole mirado, dijo a Sancho: -No hay para qué te lleve el diablo, Sancho, ni en justo ni en creyente, que no lo que quieres decir; que el rostro de la Dolorida es el del mayordomo, pero no por eso el mayordomo es la Dolorida; que, a serlo, implicaría contradición muy grande, y no es tiempo ahora de hacer estas averiguaciones, que sería entrarnos en intricados laberintos.