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Como la casa de lord Gray era centro de aventuras, y allí entraban con frecuencia hombres y mujeres a distintas horas del día y de la noche, el criado no puso obstáculo a que invadiéramos imperiosamente la casa, y guiándonos a la sala, encendió luces, sin cesar de repetir: El señor no está, el señor no ha venido esta noche. Inés, desfallecida, dejose caer en un sillón.

A pesar de esta última súplica, que denotaba una inquietud y una vacilación mal disimuladas bajo la aparente resolución de las primeras líneas, Liette no respondió, firmemente decidida, aunque se rompiese su corazón, a no salir de la reserva que le mandaban imperiosamente su dignidad y su deber. Raúl volvió a la carga.

He dado asueto á los criados. Juana debe venir en seguida y quiero que la recibas y le digas que me espere. Vamos á comer juntas. Bueno... En el momento se me ofreció imperiosamente la idea de apoderarme de la amiga de Lea. La hora era propicia; la casa estaba vacía; todo se arreglaba á medida de mi deseo.

El señor Fermín que iba a la cabeza de la procesión, estaba ya en mitad de la cuesta, cuando apareció en la entrada de la capilla el grupo más interesante; el padre Urizábal, con una capa de claveles rojos y dorados deslumbrantes, y junto a él Dupont, empuñando su cirio como una espada, mirando a todos lados imperiosamente, para que la ceremonia marchase bien y no la desluciera el menor descuido.

Su tarea más importante había de ser, por consiguiente, proporcionar al lector los medios más eficaces de conocer con fruto y con interés lo más esencial de esta poesía dramática, en cuyo caso eran indispensables extractos ó indicaciones de los escritos de más mérito. Y si así lo exigían imperiosamente las razones alegadas, había además otras, que también lo aconsejaran.

Una mañana, al llegar á una encrucijada del Bosque, Alicia echó su caballo por la avenida que le pareció preferible, sin consultar á su acompañante. No; por aquí dijo imperiosamente Miguel. No me da la gana; ¡por aquí! contestó ella con tono enfurruñado.

Métete ahí ordenó imperiosamente, mientras reparaba el desorden de sus ropas ligeras. Vacilaba él, no pudiendo adivinar el lugar señalado. ¿Dónde quería que se escondiese en aquella pieza tan pequeña?... Pero la muchacha le empujó rudamente, mientras seguían los repiqueteos en la puerta y las voces temblonas y amenazantes.

Para lo cual se presentó en la cámara del rei el inquisidor general que era cardenal de Santa Balbina, i le habló con el valeroso celo que su conveniencia i la de los bellacos que tenia á sus órdenes imperiosamente exigia.

Sabía tanto del movimiento sedicioso, como aquella gente que parecía absorta en la penumbra del crepúsculo, sin acertar a explicarse qué hacía allí. ¡Compañeros! gritó imperiosamente. ¡A Jerez los que tengan riñones! Vamos a sacar de la cárcel a nuestros pobres hermanos... y a lo que se tercie. Salvatierra está allí.

Porque hoy hace un mes dijo, no ocultándome que se fijaba en las fechas, que nos separamos una noche diciendo usted hasta mañana al despedirse. Y no he vuelto, es verdad; pero no es de eso de lo que me acuso con pena, no, de lo que me acuso mortalmente... ¡De nada! interrumpió ella imperiosamente. Y desde entonces continuó en seguida, ¿qué ha sido de usted? ¿Qué ha hecho?