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Las exigencias de la polémica, el talento desplegado por una y otra parte en Colombia, la buena fe recíproca, han llevado a conservadores y liberales a aceptar las consecuencias más forzadas de sus sistemas y a hacer declaraciones que envuelven de ambos lados, las unas por su absolutismo, las otras por su tendencia anárquica, la negación más completa de los buenos principios de gobierno que imperan hoy en el mundo civilizado.

Los fundadores de dinastías imperan «por la gracia de la Fuerza», y sus descendientes reinan «por la gracia de Dios». El monarca y la Iglesia lo fueron todo para el pueblo español. La fe les hacía esclavos, con una cadena moral que no podía romper revolución alguna. Su lógica era indestructible.

Mientras la barbarie y la ignorancia imperan en la mayor parte de nuestras comarcas, ellos, que son los únicos que tienen fuerza para desterrarlas, permanecían aquí inmóviles, faltos de una mano que los empuje y arranque de sus entrañas los secretos de la ciencia y la políticaPoco faltó para que los besara y abrazara tiernamente.

Bien es verdad que el amor á su país, lo que llamamos nuestro país, no es el atributo de una mujer, sino de la mujer, especialmente cuando se ha educado en uno de esos pueblos en donde imperan aún las costumbres del Asia. En el amor ardiente, imaginativo, vaporoso, poético, que la mujer profesa á su tierra natal, hay un algo que pone la naturaleza, y otro algo que ponen la educacion y el hábito.

¡Cuánta gente en la Carrera! Es abierta lonja de noticias. El Congreso, donde se forja el rayo; el Casino, donde imperan los desocupados, y el café de la Iberia, que es el Parnasillo de los políticos, dan a esta calle, en días o noches de crisis, un aspecto singular. Isidora y su padrino siguieron la corriente. ¡Cuántos hombres, y también cuántas mujeres!

Tal es la situación de esa antigua y rica colonia; los hombres de estado empiezan a preocuparse seriamente de ella; pero, dada la naturaleza de las causas que determinan el malestar, es bien difícil encontrar el remedio sin ir contra las ideas absolutas de igualdad que hoy imperan en Francia. En Venezuela. La despedida. Costa-Firme. La Guayra. Detención forzosa. La cara de Venezuela.

Fácil es comprender que la completa division del trabajo, la sobriedad y moralidad que les inspira el calvinismo, la tenaz laboriosidad á que los condenan las condiciones del suelo, la emulacion inteligente que la libertad engendra, y los hábitos de fraternidad que imperan en las costumbres, han debido poner á los Suizos en capacidad de producir bien y barato, á pesar de las distancias que los separan de los mares y las numerosas aduanas ó fronteras que su comercio tiene que salvar.

Suponed ese archipiélago de mil formas en contraste, rodeado, cortado por laberintos de mil direcciones y por innumerables lagos azules y dormidos; mil cascadas caprichosas que se precipitan sobre los valles de lo alto de rocas tajadas y estupendas, en brillantes remolinos entre cuyas espumas vagan las gasas tornasoladas del arco íris; rios saltadores ó de pérfida mansedumbre, de color gris al pié de los nevados y de un azul trasparente en las regiones bajas; bancos inmensos de hielo, ondulosos y resplandecientes de blancura, que parecen mares mediterráneos de cristal trepados sobre las montañas en momentos de grandes cataclismos, donde imperan el silencio, la soledad y la tristeza; vastas alfombras de verdura, frescas y matizadas de mil flores y tintas diversas, y en derredor barreras colosales de granito y caliza, en cuyas cimas se cierne el águila imperial ó saltan el ciervo de enorme cornamenta y el gamo fugitivo por encima de los abismos; barreras que encierran tantas hermosuras, escondiéndolas á la vista del viajero que no penetra hasta el fondo mismo del laberinto.

Y pensar que dentro de un mes ó dos iba él á dejar Filipinas, y el artículo no tendría salida en España, porque ¿cómo decir aquello contra los criminales de Madrid si allí imperan otras ideas, se buscan circunstancias atenuantes, se pesan los hechos, hay jurados, etc., etc.? Artículos como los suyos eran, como ciertos aguardientes envenenados que se fabrican en Europa, buenos para vendidos entre los negros, good for negroes, con la diferencia de que si los negros no los beben no se destruyen, mientras que los artículos de Ben Zayb, léanlos ó no los filipinos, producían sus efectos.