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No voy á dilucidar aquí si algunas poesías compuestas en España, aunque en lengua arábiga y por muslimes españoles, pudieron ejercer influjo en la poesía castellana; si los cristianos conocían dichas poesías arábigas; si varios romances, como el de la pérdida de Valencia, fueron traducidos ó imitados del árabe; si el arcipreste de Hita, ya en el fondo, ya en la forma, imitó cantares moriscos; y si la elegía de Abul-Beka de Ronda, en su primera parte, fué uno de los modelos que tuvo presente Jorge Manrique cuando compuso sus admirables coplas.

Y Maltrana imitó los gestos de escándalo de las señoras: «Un hombre tan serio y distinguido... siempre con sus libros o escribiendo... y de pronto se lanzaba a "flirtear" sin recato alguno... ¡Hasta con Nélida, que casi podía ser hija suya!... Fíese usted de los hombres. ¡Todos iguales!».

A través de su tejido sutil se percibía el contacto de la fina carne, como si fuese una envoltura de aire multicolor. Ella lanzó un murmullo de protesta. Luego imitó el gesto de Ulises tendiendo una mano hacia la pared... Y se hizo la obscuridad.

Ya había dicho en el primer momento cuál era su pretensión: que no la molestase más el apoderado del príncipe por aquella deuda olvidada. La pagaré algún día, si puedo... Lo más seguro es que no la pague nunca. Dala por perdida, y dile á ese señor antipático que no me escriba más. Miguel, seducido por la sencillez con que esta mujer emitía su enorme deseo, imitó el tono de su voz.

Bailó, cantó, pronunció discursos políticos sobre una mesa, imitó el pavo y el cerdo, y por último, ya muy tarde, cuando el afán me devoraba y la impaciencia me tenía nervioso y aturdido, dio con su noble cuerpo en tierra, cayendo inerte, como un pellejo de vino.

La mujer por fuerza es en todo como las de nuestro Tirso, y suponiendo que no sea él el autor, la escribió un poeta de mucho talento, que imitó con tanta habilidad como destreza el estilo de su famoso coetáneo. Cautela contra cautela fué copiada después por Moreto en El mejor amigo el Rey, y Siempre ayuda la verdad, y por Matos Fragoso en Ver y creer.

Pero probados ya el tiro al blanco y el de distancia, voy á demostraros á mi vez cómo el arco gana á la ballesta en fuerza de penetración. ¿Véis aquel escudo, en la altura? Es de roble recubierto de cuero. Clavad en él vuestro dardo lo más profundamente que podáis. Allá va, dijo el ballestero, á quien imitó Simón después de ensebar con cuidado la punta de su flecha.

Pero yo, ¿cómo puedo imitalle en las locuras, si no le imito en la ocasión dellas? Porque mi Dulcinea del Toboso osaré yo jurar que no ha visto en todos los días de su vida moro alguno, ansí como él es, en su mismo traje, y que se está hoy como la madre que la parió; y haríale agravio manifiesto si, imaginando otra cosa della, me volviese loco de aquel género de locura de Roldán el furioso.

Para aligerarle un poco más y también para sacudir su somnolencia, Delaberge imitó al conductor y, con paso todavía ligero y la cabeza un poco inclinada, comenzó a andar a lo largo de un camino que bordeaban toda clase de flores silvestres.

Me juró que nada había oído contestó el coronel; pero para mayor seguridad la até de manos y pies, la amordacé de firme y la tengo bajo llave en la carbonera, pared por medio del sótano donde duerme el Rey. José cuidará de ambos más tarde. No pude reprimir la risa y el mismo Sarto me imitó.