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Los hay entre los que permanecen en pie que presentan aun brillantes líneas del Renacimiento; mas ni uno siquiera que refleje la mano de los siglos medios. Hemos buscado en vano los que fueron elegidos por los caballeros de la corte de S. Fernando: no hemos encontrado ni los sepulcros de tan ilustres héroes.

¡Ah! ¡no! ¡no! exclamó don Juan. Y vos, doña Clara; vos, cuya fama brilla pura y resplandeciente como el sol; vos, hija mía, vos tan hermosa, que no hay hermosura que os iguale en la corte; vos tan noble como yo y como su padre; vos pretendida por tantos ilustres caballeros, y tan insensible con todos, vos casada con don Juan, enamorada... porque no tenéis que decírmelo... la felicidad brilla en vuestros ojos... enamorada con toda vuestra alma de vuestro esposo, sin duda seríais más feliz si vuestro esposo no fuera mi hijo.

Aparte de sus generales y conquistadores ilustres, ella ha dado nacimiento al Ticiano, á Tintoreto, á Canova, á mil y mil celebridades, que la han llenado de cuadros y estatuas, de cuadros y estatuas modelos; solo así se cree ser cierto lo que el viajero ve en Venecia; solo recordando su historia, se explica y comprende su magnífica grandeza.

En Sevilla, Morsamor había oído hablar mucho de todo esto a Fray Ambrosio de Utrera y a sus ilustres amigos, cosmógrafos y pilotos examinadores de la Casa de Contratación, entre los cuales se contaban Alonso de Chaves, Rodrigo Zamorano y el joven y magnífico caballero Pedro Mexía.

Las dos ilustres cuanto desgraciadas señoras aposentaban en su casa un caballero tan respetable como rico durante las temporadas, a veces muy largas, que dicho sujeto pasaba en Madrid. El trato era excelente, la remuneración buena, y la armonía entre el huésped y las damas tan perfecta que los tres parecían hermanos.

Sabía de memoria las vidas de Santa Leocadia, Santa Bárbara, Santa Julia, Santa Eulalia y otras ilustres mártires de la fe cristiana, y su firmeza era para ella un ejemplo y un incentivo más en el camino de santidad que había emprendido.

A la izquierda del Guadajoz, entre este rio y el Genil, tenemos el gran teatro de muchas proezas consumadas en la secular contienda de España contra el islamismo y en sus deplorables guerras civiles, y los señoríos de los mas ilustres guerreros cordobeses.

En suma, Echeloría y Mutileder eran dos personas ilustres y dignas de serlo por su mérito. Apenas se vieron, se amaron... ¿Qué digo se amaron? Se enamoraron perdidamente el uno de la otra y el otro de la una.

Pasóseles por alto a todos los demás este pequeño incidente, distraídos con la negra pintura de la situación actual, que deliberadísimamente les hacía el peludo diplomático; sabía muy bien que eran el brazo derecho de los políticos de la Restauración las señoras de la grandeza, y tenía él a su cargo enardecer y dirigir el celo de tan ilustres conspiradores.

Y no sólo lo fue por su material predominio, descubrimientos, conquistas y extensión territorial de su imperio, el mayor que ha habido nunca, sino por la excelencia en las artes de la paz y de la guerra, de los ilustres varones que entonces produjo. Nuestra decadencia fue rápida. Los autores que han procurado explicar sus causas no me satisfacen.