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Pocos años pudo disfrutar de la merced el ilustre bibliófilo, pues, entre las 12 y la una del día 12 de Julio de 1539 pasó de esta vida á otra mejor, á los 50 años, diez meses y veintiun días, acompañado del duelo general por sus virtudes y muy particularmente, del de todos los varones amantes de las letras.

Sin hacerle caso aquella noche, ni aun darse cuenta de lo que el niño tocaba, la ilustre señora, solicitada de otros pensamientos y emociones más crudas y reales que las que produce la música, seguía mirando todo. No había visto aquellos objetos desde el día en que expiró su hija. La muerte estampaba su sello triste en todo. La falta de luz había dado a la tela de los muebles tonos decadentes.

Los Grandes alargaban las cabezas, ansiosos de oír a Jacobo... Acababan de ver retratado, cual en un espejo, en el discurso de Benhacel, lo que debe de ser un Grande, lo que significa aquel lema de la antigua hidalguía: nobleza obliga, que no exige ciertamente que cada título de Castilla sea un genio, ni cada Grande de España un héroe, ni cada apellido ilustre un santo; porque ni el genio se hereda, ni la inteligencia se vincula, ni el heroísmo es un pergamino, ni la santidad un mayorazgo.

Era rica; a pesar de sus vanos coqueteos, su reputación se había conservado sin mancha; era de una familia no menos ilustre que el Conde; era para el Conde un excelente partido; ¿por qué no habían de casarse los dos? Era el único medio seguro que tenía Elisa de triunfar de doña Beatriz.

Puede, en fin, afirmarse, que desde Fernando V e Isabel I, hasta la muerte de Felipe II, no hubo problema científico que no se iniciase o hallara eco en España, ni varón ilustre en materia de ciencias que no estuviese en relación con nuestra patria .

En toda ceremonia oficial, los periódicos se cuidaban, ante todo, de anunciar: «Hablará el ilustre SimoulinUnas veces era un discurso patriótico; otras, una oda de circunstancias. Los organizadores de banquetes contaban con un medio seguro para evitar el fracaso: «A los postres, pronunciará un brindis nuestro poeta.» Y en pocas horas no quedaba un asiento disponible.

Ambas echan tierra sobre el hombre obscuro y nada pueden sobre el ilustre: ¡de cuántos bandos ha hecho justicia la primera! de cuántos banderos la segunda! El cesto de la trapera, en fin, es la realización única posible, de la fusión, que tales nos ha puesto.

Barinaga, con buenos modos, usando un lenguaje culto, que no era ordinario en él, se negó a las pretensiones del ilustre carlista y sincero creyente D. Francisco Carraspique.

Mi familia no quiere nada conmigo y ni siquiera responde á mis cartas. Recibo mi modesta pensión por medio de un banquero. He roto por ti con mi pasado y tengo derecho á tu porvenir. Vignot, el ilustre compositor, entusiasmado por su voz y por su estilo quería ajustarla en la Ópera para interpretar el principal papel en su nueva obra.

¡Ah, Rosita!, ¿cómo puede usted hablar en esos términos del buen Ramón, que me afeita de balde, y de esa ilustre Marisalada que ha sido aplaudida por generales y por ministros? Nada de eso impide replicó Rosa Mística que haya sido cómica, de las que antes estaban excomulgadas, y que deberían estarlo todavía. Yo quisiera saber por qué no lo están ya.