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La ira de Dios Los fenómenos naturales se miran por la ignorancia como manifestaciones de la ira divina, que no llegarían a producirse si alguien, en la humanidad, no la provocara por medio de su conducta.

Mi ignorancia, como queda dicho, era extrema: mi tía se dio cuenta de ello y se apresuró a traer a Trembles un preceptor, joven maestro del colegio de Ormessón.

Mira, aquí María Josefa y Jovita han estado disputando toda la noche sobre la fecha de tu matrimonio. Yo les he dicho: «No disputéis más. Si viene hoy Luis, es tan amable que de seguro os lo ha de decirPues las has engañado respondió el conde aproximándose al grupo. ¿Tan grosero te has vuelto? No es grosería, es ignorancia.

Lo más peregrino es que aquella caballería, toda ignorancia y rudeza, tenía un notable instinto de la postura, sentía hondamente la facha del personaje, y sabía traducirla con el gesto y la expresión de su admirable rostro. Pero en aquella sazón, todo esto era futuro y sólo se presentaba a la mente embrutecida de Platón como presentimiento indeciso de glorias y bienandanza.

Sólo las llamadas Partes tercera y quinta deben haber salido al público con perfecta ignorancia de Lope; el cual, por lo demás, tenía sobrado motivo para quejarse de la negligencia con que daban a la imprenta los editores los libros de comedias, confundiendo muchas veces el nombre del autor y siguiendo manuscritos viciadísimos.

No, señor. Nieto se dolió de esta ignorancia con suavidad, como si en ello le fuera algo. Era un hombre alto, grueso, de fisonomía abierta y simpática. Sin saber por qué, parecía interesarse en mi negocio y no se cansaba, mientras caminábamos, de hacerme preguntas por donde pudiera ponerse en la pista de la cigarrera.

Rióse don Quijote de las afectadas razones de Sancho, y parecióle ser verdad lo que decía de su emienda, porque de cuando en cuando hablaba de manera que le admiraba; puesto que todas o las más veces que Sancho quería hablar de oposición y a lo cortesano, acababa su razón con despeñarse del monte de su simplicidad al profundo de su ignorancia; y en lo que él se mostraba más elegante y memorioso era en traer refranes, viniesen o no viniesen a pelo de lo que trataba, como se habrá visto y se habrá notado en el discurso desta historia.

Pero transcurrieron algunos días sin que Judit viera presentarse a nadie, lo cual le parecía muy extraño, porque la joven carecía de instrucción, pero no de talento. Su candor y su sencillez reconocían por causa la ignorancia, no la inocencia; y rememorando lo que había podido comprender, y adivinando una parte de lo que no comprendía, empezó a inquietarse, a estremecerse.

En fin, se ha hecho lo posible; y no contento yo con realizar mis propias ideas, pregunto a las personas sensatas, y escucho sus opiniones con gusto y respeto. Vd. se servirá darme la suya después de visitar mi pueblo. Con mucho gusto, señor, a pesar de mi ignorancia suma.

Siendo, pues, cierto, que el juicio ha de gobernar al ingenio para que este aproveche, será necesario saber, que los que profesan las Artes y Ciencias no deben tener otro fin, que aprender, ó enseñar la verdad y el bien, y que toda la fuerza del ingenio ha de ponerse en descubrir estas cosas, y esclarecerlas para evitar el error y la ignorancia.