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Mi tío, en un hospicio, idiota, sin habla y sin razón. Don Benito casado al fin, con una señora rica y de edad proporcionada a la suya. ¡Qué diablo! A también me dio por casarme y me acordé de mi idilio de veinte años.

A Dolorcitas la trataba secamente, no por ser su hijastra y no su hija, sino porque consideraba que ése era su papel de hombre de negocios. Aquel solemne y majestuoso idiota creía que, para ser marido y padre a la inglesa, tenía que mostrarse frío con su mujer y su hija. Esa tendencia anglómana que se ha desarrollado en algunos pueblos andaluces, no me resulta.

El asesino es un filántropo. Déjame resumir, Teodoro; la muerte de ese viejo Mandarín idiota, ¡trae a tu bolsillo algunos millones de pesetas! Puedes desde ese momento dar un puntapié a los Poderes públicos: ¡medita en lo intenso de este gusto! Y desde luego serás citado en los periódicos, ¡a qué mayor gloria puede aspirar un sér humano!

Estaba furiosa. «¡Su don Víctor! ¡Aquel idiota! , idiota; en aquel momento no se volvía atrás. ¡Qué diría Petra para sus adentros! ¿Qué marido era aquel que cazaba con trampa a su esposa?». Miró a la luna y se le figuró que le hacía muecas burlándose de su aventura.

Creo que no; presiento que hemos cometido una falta de caridad, porque presiento que aquella mujer oculta un plan diabólico, debajo de aquel movimiento maquinal, casi idiota. Cerca del arco de la Estrella, hemos encontrado á una familia americana, que ha venido á Paris con el fin de llevarse á una niña, que tenia en un colegio de esta ciudad.

Creian, por ejemplo, que el nacimiento de un idiota en la familia era una verdadera felicidad, una muestra de la proteccion divina, puesto que el idiota alejaba del hogar muchas calamidades y nacia condenado á purgar con su miserable estupidez é inaccion los pecados de toda la familia. Así, los paisanos léjos de procurar la extirpacion de la enfermedad la sostenian.

Nos saludamos, cambiamos algunas palabras, y de buenas a primeras, sonriendo mefistofélicamente, me pregunta: «¿Ha leído usted los últimos artículos de Morel en El Noticiero...? ¡Prodigioso...! ¡Enorme...! Léalos usted si quiere pasar un buen rato... Indudablemente ese hombre es un loco o un idiotaLos dos habían empleado iguales calificativos. ¿No tiene gracia?

Ningún ser es bastante bajo para no merecer amor y hasta respeto. ¿Quién tiene razón, el espartano de la antigüedad que arrojaba á una sima los recién nacidos defectuosos, ó la madre que, aunque sea llorando, amamanta y acaricia al hijo idiota y deforme?

Nadie la conocía en el país: habíase establecido aquel verano en un caserío muy bien acondicionado, cerca de los baños de San Juan, y veíasela a menudo desde el camino pasear por la huerta acompañando a un caballero muy gordo, al parecer idiota, que lanzaba gritos extraños y tristes risotadas, y no se movía de un carrito de que tiraba a veces un borriquillo pequeño, otras un criado, algunas, con bastante frecuencia, la misma señora.

Y he aquí por qué he pasado todo el día preguntándome como un idiota qué relación puede existir entre la enfermedad gravísima de una hermana de Funes, que apenas me conoce, y yo, que la conozco apenas. Vengo de lo de Funes. Es la cosa más extraordinaria que haya visto en mi vida.