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Prometílo así, y emparejamos con el baluarte de la puerta de hierro, por donde se dice que Boabdil salió huyendo de la furia de los caballeros Abencerrajes por la muerte de sus parientes.

Nautas obscuros, huyendo de los rumbos del Almirante, ponían decididos la proa al Sur, sin miedo a las pavorosas noticias que circulaban sobre el fuego del Ecuador. Un Pinzón llegaba a las costas del Brasil mucho antes de que esta tierra fuese descubierta casualmente por una expedición portuguesa que navegaba hacia las Indias asiáticas.

No hubo en aquel momento rasgo de casta entereza que no recordara con desprecio. ¿Qué José, huyendo de la mujer de Putifar? ¿Qué Octavio, esquivando a Cleopatra, podían comparársele?

Al volver á la estación se refugiaron, huyendo del calor, en un saloncillo con divanes de terciopelo polvoriento. Para distraerse mientras esperaban el tren, Freya sacó de su bolso una cigarrera de oro, y el leve humo del tabaco egipcio cargado de opio volteó en los chorros de sol de las ventanas algo entornadas.

RUIZ. ¿Mas qué causa pudo haber para que así consagrara tanta hermosura en el ara? Mucho debió padecer. MANRIQUE. Nuevas falsas de mi muerte en los campos de Velilla corrieron, cuando en Castilla estaba yo. RUIZ. De esa suerte... MANRIQUE. Persiguiéronla inhumanos que envidiaban nuestro amor, y ella busca al Redentor huyendo de sus tiranos.

Aqueste merecia ser quemado, Y el Capitan, que preso le tenia En Santos, donde estuvo á tal recado, Que huyendo se fué donde ha querido: Mirad lo que hará aqueste pecado, Pues le tiene el Demonio pervertido, ¡Y no querrá, mi Dios, que tal delito Lo ponga yo en memoria por escrito!

Un momento después el Galeón Amarillo completaba su evolución, el viento hinchaba las velas y escapaban todos al gravísimo peligro, huyendo de la amenazadora costa, entre las aclamaciones de marineros y soldados. ¡Dios sea loado! exclamó el capitán enjugando el sudor que le bañaba la frente.

Tomó su desayuno en un velador del vestíbulo, leyó periódicos, tuvo que salir á la puerta huyendo de la matinal limpieza, perseguido por el polvo de las escobas y las alfombras sacudidas, y una vez allí, fingió gran interés por los músicos ambulantes, que le dedicaban romanzas y serenatas, poniendo los ojos en blanco al presentarle sus sombreros. Alguien vino á hacerle compañía.

Tal era la disposición de su ánimo cuando una tarde entró en la biblioteca del Senado, huyendo de un noticiero que quería saber si era cierto que tuviese intención de hablar. Pepe, al verle entrar, se fue derecho a él, afectando mostrarse servicial, pero en realidad con propósito decidido de buscar manera de frecuentar su casa. ¡Pero, hombre le dijo cariñosamente don Luis es Vd. famoso!

Del norte de Europa venían otros hombres más fuertes, hechos a pelear con las fieras y a vivir en el frío: y de lo que se llama ahora Indostán salió huyendo, después de una gran guerra, la gente de la montaña, y se juntó con los europeos de las tierras frías, que bajaron luego del Norte a pelear con los romanos, porque los romanos habían ido a quitarles su libertad, y porque era gente pobre y feroz, que le tenía envidia a Roma, porque era sabia y rica, y como hija de Grecia.