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La vanguarda del campo del infante, y Berenguer, alcanza la retaguarda de Rocafort, y llegan casi á darse la batalle; mata Rocafort á Berenguer de Entenza; y Fernan Jimenez de Arenós huyendo del mismo peligro se pone en manos de los Griegos.

Pero observo que huyendo de él, nos hemos venido al écarté. ¿Quién es aquel que juega a la derecha? ¿Quién ha de ser? Un amigo mío íntimo, cuando yo jugaba. Ya se ve; ¡perdía con tan buena fe! Desde que no juego no me hace caso. ¡Ay! este viene a hablarnos. Efectivamente, llegósenos un joven con aire marcial y muy amistoso. ¿Cómo le tratan a usted? le preguntó mi primo.

Era de las más desiertas; crecía yerba entre las piedras. Aquel silencio era el que llamaba solemne y aristocrático don Saturnino. Los que estaban detrás, Obdulia y Paco, no veían; don Álvaro estaba seguro. Se aproximó más a Visita. Sonó una bofetada; y después la carcajada estrepitosa de la del Banco, que dio un paso atrás, huyendo de don Álvaro.

Gallardo se ocultó entre barreras, huyendo de la protesta injuriosa que levantaba su presencia. Allí permaneció, cansado y jadeante, con una pierna dolorida, sintiendo en medio de su desaliento la satisfacción de verse libre del peligro.

Abajo, en las pendientes inferiores, no se veía más que una parte de la montaña, á lo más una sola vertiente; pero desde la cumbre se ven todas las faldas huyendo, de resalte en resalte y en contrafuerte en contrafuerte, hasta las colinas y promontorios de la base.

12 Porque no saldréis apresurados, ni iréis huyendo; porque el SE

Una vez que el bicho ha cumplido más o menos bien su deber, sea pegando serios sustos a los toreadores, sea huyendo sin cesar con el aire imbécil, se abre un portón y es arrojado a un potrero contiguo. En cuanto a los «artistas» que tuve ocasión de ver, todos ellos criollos, eran, aunque de valor extraordinario, deplorablemente chambones.

O como aquel mancebo que ha cogido El toro furibundo entre sus manos, Que siendo de la muerte escabullido, Huyendo á pura pata por los llanos, Blasona de la maña que ha tenido, Y hace en talanquera fieros vanos. No menos nuestras gentes aquí estaban, Y al moro muerto gran lanzada daban.

Porque, como el Uscovilca hobiese sabido que Viracocha Inca se habia salido huyendo de la ciudad del Cuzco, y llevado consigo toda su gente, y la más que pudo llevar de los demás pueblos comarcanos á la ciudad del Cuzco, tuvo este Uscovilca que no le acudiria nadie al Inca Yupanqui que parte fuese á resistir el poder que el traia.

»Calló, en diciendo esto, el virtuoso y prudente Lotario, y Anselmo quedó tan confuso y pensativo que por un buen espacio no le pudo responder palabra; pero, en fin, le dijo: »-Con la atención que has visto he escuchado, Lotario amigo, cuanto has querido decirme, y en tus razones, ejemplos y comparaciones he visto la mucha discreción que tienes y el estremo de la verdadera amistad que alcanzas; y ansimesmo veo y confieso que si no sigo tu parecer y me voy tras el mío, voy huyendo del bien y corriendo tras el mal.