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»...O lo ensucie el uso... ¡las cosas que dice uno de repente!... O lo roben los hombres... O... lo... ensucie... el... uso...» Buenos Aires inicia su despertar con roncos e incoherentes movimientos de dormido. Hacia el oriente la vaga y tenue coloración auroral frente a la que las sombras de la noche huyen como arreadas por las guías curvas de una amarillenta luna en su último menguante.

Nuestro ejército, lejos de lamentar la guerra, se alegrará de que, merced á la guerra, podrá luchar con alguien que la cara, que no sean foragidos que huyen y se esconden, y en cuyo vencimiento se puede alcanzar alguna gloria.

Y por eso sus ojos tienen cercos tan profundos y su boca esa mueca de melancolía: porque los días huyen, huyen... ¡y Rodolfo no llega nunca! Perfil de tragicomedia MI querido cofrade D. Amaranto Peláez es un virtuoso covachuelista, muy digno de una hornacina en el martirologio moderno.

Estando el pueblo alegre y descuidado, En sus casas comiendo cada uno, Con un furor horrible desfrenado, Se forma un tal temblor tan importuno, Que sale cada cual desatinado, El remedio buscaban oportuno: Y huyen, no esperando el hijo al padre, Ni al hijo su querida y dulce madre.

11 De todos mis enemigos he sido oprobio, y de mis vecinos en gran manera, y horror a mis conocidos; los que me ven fuera, huyen de . 13 Porque he oído afrenta de muchos, cerrado de temores; cuando consultaban juntos contra , e ideaban para prenderme el alma. 14 Mas yo en ti confié, oh SE

9 Y cuando llegaron los criados de David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y callaron. Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores. 11 ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y mi víctima que he preparado para mis esquiladores, y la daré a hombres que no de dónde son?

Así al darse á la vela la embarcacion que nos lleva, el puerto y las costas huyen á toda prisa; cuando en realidad nada se ha movido sino la nave.

Roban si la palabra tiene sentido aquí cuánto les exige su atroz hambre. Al menor rumor no huyen porque esto haría ruido, sino se alejan al paso, doblando las patas. Al llegar al pasto se agazapan, y esperan así, tranquilamente, media o una hora, para avanzar de nuevo.

La rima, que Madama Staël, llama "el eco del pensamiento," ha contribuido no poco á templar la poesía, que de otro modo sería un lenguage lánguido y descolorido, y asi se observa estudiando las obras de los grandes poetas, que huyen con cuidado de emplear consonantes vulgares para espresar pensamientos sublimes, y que muchas veces la rebusca de un consonante original, imprime á la idea una novedad inesperada, abriendo á la imaginacion nuevos horizontes, que de otro modo la inteligencia no habria entrevisto.

En la jornada cuarta llega al fin la deseada noche: Imeneo entra en casa de su amada; sus criados, que guardan la puerta, se dejan dominar del miedo, y huyen en tropel cuando aparece el marqués con sus pajes. El hermano de Febea ve confirmada sus sospechas al tropezar con una capa de los fugitivos, y penetra iracundo en el aposento de su hermana.