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Firme creyente yo en el libre albedrío, aseguraba que todo ser humano, ya por naturaleza, ya por gracia, que Dios le concede si de ella se hace merecedor, puede vencer las más perversas inclinaciones, domar el carácter más avieso y no incurrir ni en falta ni en pecado.

De aquí que admiremos en Carducci, hasta en la oda á Satanás, no el extravagante capricho de llamar Satanás al libre espíritu humano, sino el vehemente amor con que canta el poeta las conquistas de ese espíritu y sus triunfos y victorias sobre el mundo visible, para mejorar nuestra condición, ennoblecer nuestro destino y hacer más digna y más feliz la vida humana.

El entendimiento humano, en el género de las cosas inteligibles, se halla como un ser en potencia tan solamente, por lo cual considerado en su esencia tiene facultad para entender mas para ser entendido, sino en cuanto se pone en acto.

Se nos olvidaba decir que este ciudadano Calleja era un hombre muy corpulento y obeso; pero aunque parecía hecho expresamente por la Naturaleza para patentizar los puntos de semejanza que puede haber entre un ser humano y un toro, su voz era tan clueca, fallida y aternerada, que daba risa oírle declamar los retazos de discursos que aprendía en la Fontana.

La fe en el porvenir, la confianza en la eficacia del esfuerzo humano, son el antecedente necesario de toda acción enérgica y de todo propósito fecundo.

Verdad que el espíritu humano puede embellecerse al contacto de toda realidad cuando arroja sobre ella una mirada serena; pero no es menos cierto que, á más de este elemento puramente subjetivo, hay en la producción de la belleza otro elemento objetivo que determina su valor y su fuerza.

El racimo humano se detenía á veces mientras sus conductores bebían, y despues proseguía su camino con la boca seca, el cerebro oscuro y el corazon lleno de maldiciones. La sed era lo de menos para aquellos desgraciados. ¡Adelante, hijos de p ! gritaba el soldado, vigorizado de nuevo, lanzando el insulto comun en la clase baja de los filipinos.

»Mi cuerpo se rebela hace tiempo contra los repugnantes bodrios de nuestros cocineros, inmundos envenenadores del humano linaje. Yo sentía ha tiempo profundo rencor hacia los sastres, que serían capaces de ponerle casaquín, chupa y corbata al Apolo de Fidias si se lo permitieran.

Las sublevaciones y las revoluciones han tenido siempre lugar en los países tiranizados, en aquellos donde al pensamiento y al corazón humano se les ha obligado á callar.

Es esta prenda cierta dulzura agradable de tiernos sentimientos, que nos revela con toda verdad una de las partes más nobles del corazón humano.