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Muchos, por otra parte, concurren por hábito; otros, sobre todo las mujeres, para ver y ser vistas; otros que van a los toros, no se divierten, padecen, pero que quedan, merced a la parte carneril, de que fue liberalmente dotada nuestra humana naturaleza.

Todo lo que la voz humana puede remedar lo remedan aquellas 8,000 gargantas de plomo, animadas por el alma misteriosa de la armonía y el soplo del aire espiritualizado por la magia del artista.

Mientras mejor dotado de brillantes cualidades entendía Rafaela que estaba un sujeto, y mientras mayores simpatías le inspiraba, mayor y más vehemente era en ella el deseo de corregir sus faltas, haciendo de él un dechado de perfección, hasta donde la perfección es dable a nuestra decaída humana naturaleza.

Una cosa es reformar la ortografía pública, y otra aplicar ciertos correctivos a la especie humana. «Allá van los buenos días» le dijeron los chulos alegremente, y a Ido se le puso la carne como la de las gallinas, porque se acordó del duro y temió que se lo garfiñaran si entraba en parola con ellos.

En la vida de San Vicente Ferrer, impresa en su novena, se refieren los siguientes milagros, y no hay duda alguna que quien cree en ellos, no puede de ninguna manera cultivar las funciones de su inteligencia. "Una mujer dió a luz un pedazo de carne sin figura humana.

Antojábaseme al verla tan diáfana y luminosa que no era una criatura terrenal, sino un espíritu que, revistiendo por un instante la forma humana, había descendido en el rayo de la luna, dejando en el aire y en pos de la azulada estela que desde el alto ajimez bajaba verticalmente hasta el pie del opuesto muro, rompiendo la obscura sombra de aquel recinto lóbrego y misterioso.

La continua mezcla de lo divino y de lo terrestre, el influjo inmediato y sensible de lo sagrado y su íntimo enlace con la vida humana, representado en el culto, favorecieron á las artes que seguían estrechamente á la religión.

La decadencia de los poderes espirituales que gobiernan a los vivos por delegación de los muertos es un hecho paralelo y concomitante con el relevamiento de la inteligencia humana por la civilización moderna.

Mis propias manos ayudaron a bajar y colocar el cuerpo de mi madre en su eterna mansión. Después de esta triste operación, me dirigí solo a la casa y me encerré en mi cuarto. Las lágrimas tienen su pudor como tantos otros sentimientos encerrados en lo más profundo del alma humana.

Mirábala yo compasivo algunas veces, y respondíame ella con una mirada melancólica, que parecía significar: «Ya está la bonanza ahí; ¿ve usted qué desgraciada soy?» Y esto era lo que más me preocupaba aquella noche, cuando tanto y de cuenta propia tenía en qué emplear la imaginación después de lo ocurrido dos horas antes en el aposento de mi tío. ¿No tiene cosas bien inexplicables la pícara condición humana?