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Harto hace, a mi entender, con ayudarnos a vivir modestamente: no le pidamos hoteles, coches y alfombras como en Francia o Inglaterra porque no puede dárnoslos.

Afortunadamente, el porvenir de Smith's-Pocket, como el de la mayor parte de los descubrimientos, no dependía de la suerte de su fundador, y otros siguieron proyectando zanjas y encontrando bolsas, de manera que Smith's-Pocket se convirtió en un campamento con sus dos quincallerías, sus dos hoteles, su casa-correo y sus dos primeras familias.

La campiña desde Paris hasta la frontera suiza, con mucho esmero cultivada, palmo á palmo. Cerca de los límites de Francia, se asienta la ciudad de Estrasburgo, patria del inmortal Guttemberg, que sin pensarlo emancipó la humanidad. Estrasburgo es una ciudad rica y populosa, con su celebrada catedral y su torre difícil; hay buenos hoteles.

Y repite lo que en la mañana dijo de la Tierra. El cielo ignora nuestros dolores. Vuelve lentamente hacia la plaza. De todos los cafés, de los restoranes, de los hoteles surge el vaivén musical de los cadenciosos violines. Pasan detrás de los grandes vidrios enrojecidos por una luz interior las parejas enlazadas, siguiendo el ritmo de la música. Bailan... bailan... bailan.

Estos militares convertidos en jueces le recordaban los que ella había visto en los tés y los grandes bailes de los hoteles... ¿Qué francés puede resistirse á la atracción femenina?...

Allí se encuentran casi todos los hoteles, las librerías, las imprentas, las fábricas y el gran movimiento del comercio y de los negocios de todo género.

Allí se encuentran calles anchas y limpias orilladas por hermosas casas y espléndidos hoteles; y en tanto que de un lado la ciudad nueva llega hasta la orilla del lago, por entre arboledas y jardines, del otro se extiende hácia la estacion de los ferrocarriles, en una vasta sucesion de quintas elegantes, pequeños parques y magníficas alamedas.

Pero en materia de hoteles, como de cafés, almacenes, etc., el Inglés hace conocer que le falta absolutamente la nocion del arte y casi del todo la del gusto delicado.

Si me atacan y yo no puedo defenderme, sosténgame usted. No permita que digan que soy un viejo imbécil. Repitió con aire extraviado: ¡Adiós! Y cogiendo el brazo de Tragomer, salió como si marchase á la muerte. M. Harvey poseía uno de los más hermosos hoteles de la plaza de los Estados Unidos.

Millares y millares de variados tubos y reverberos iluminan las tiendas, los cafés, los hoteles, los casinos: otros tantos millares y millares de luces se reflejan en los espejos interiores, que tienen casi todos los establecimientos públicos, produciendo una especie de vision mágica; mientras que los faroles de los centenares de carruajes que van y vienen en un oleaje contínuo, convierten aquellos espaciosos bulevares en una atmósfera oscilante de luz.