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Allí acudían, como todo el mundo sabe, personajes tan arcaicos y retrógrados como D. Primitivo, don Juan Crisóstomo, el cura de Vegalora y el de la Segada; conservadores partidarios del justo medio como D. Lino Pereda, D. Ignacio Valcárcel y otros; liberales templados como D. Baltasar Rodríguez, el juez y el promotor fiscal, y, por último, republicanos federales socialistas con todas sus consecuencias como Paco Ruiz y su sabio amigo el joven krausista Homobono Pereda, hijo de D. Lino.

No hice más que entretenerme un rato... Pensaba venir á jugar, pero se me pasó la hora sin saber cómo... Aunque ya era tarde, como estaba fatigado, salí á tomar un poco el fresco... Tengo la cabeza como un horno... Eso no puede ser bueno, Homobono dijo una señora. Se está usted matando añadió otra. Todos los extremos son malos apuntó una tercera.

Buenas noches, D. Lino dijo Paco. ¿Dónde ha dejado usted á Homobono? D. Lino tosió dos ó tres veces, se sentó con mucha calma y se dignó responder al cabo de algunos instantes: Homobono, entregado al estudio con harto más ahinco de lo que aconseja la higiene y la prudencia, no vendrá hasta dentro de un rato. Tiene usted un hijo de mucho provecho, don Lino.

De Homobono Pereda á su amigo Manuel Ruiz Pérez, secretario primero de la sección de literatura del Ateneo de Madrid. Mi querido Manolo: He leído tu carta con el mismo placer y atención que si fuese un artículo de Tiberghien ó Leonardi. Eres tan erudito y piensas tan derecho, que la ciencia fluye de tu pluma hasta cuando tratas los asuntos más insignificantes.

¡Á buena hora llega usted! dijeron á un tiempo dos señoras, así que vieron á Homobono. De seguro estaría usted estudiando... Los libros le sacan á usted loco. No lo crean ustedes repuso el Feto ruborizándose.

Carta de Homobono Pereda á su amigo Manuel Ruiz, secretario primero de la sección de literatura del Ateneo de Madrid. Mi querido Manolo: Aunque no he tenido el gusto de ver letra tuya hace ya bastante tiempo, te escribo para noticiarte un suceso que tiene preocupada hace ya algunos días á toda la población. Ya tienes asunto interesante y patético para tu drama, si es que no has hallado otro mejor.

En la puerta encontraron á Homobono Pereda, que era un muchacho de veintidós años con las piernas torcidas y cara de niño llorón. En Vegalora le llamaban el Feto.

Por lo tanto, puedes considerar ya á tu amigo Homobono hecho un diputado y sentado en los escaños del Congreso, no para ser, como la inmensa mayoría de nuestros políticos, un fiel observador del derecho y estado reinantes, sino para pensar y obrar en el espíritu del derecho eterno.

Paco Ruiz le respetaba mucho más de lo que podía esperarse de su carácter díscolo y desvergonzado, lo cual no sabemos si procedía de la amistad que le unía á su hijo Homobono ó de otra mayor razón.