United States or Grenada ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pero la imparcialidad nos obliga a confesar que había perdido algo de su majestad característica. Por lo menos aquellos movimientos descompasados de hombros y cabeza eran inexcusables en un hombre tan elevado física y moralmente.

Incapaz, tal vez, de causar mal en conciencia, el daño estaba en que él no sabía cuando causaba mal, o en que, siendo la satisfacción de un deseo, él no veía en ella mal alguno, sino que toda hermosura, por serlo, le parecía de él, y en su propia belleza, la belleza funesta de un hombre perezoso y adocenado, veía como un título natural, título de león, sobre los bienes de la tierra, y el mayor de ellos, que son sus bellas criaturas.

Sus manos algo bastas, sin duda a causa del trabajo, oprimían un lío de ropa seminueva, mal envuelta en un pañuelo rojo. Rojo era también el que ella en su cabeza llevaba, descuidadamente liado debajo de la barba a estilo de Madrid. ¿Con qué prenda se cubría? ¿Sotana, mantón, gabán de hombre?

Pero la estrella heráldica que lo llevó a morir entre el humo y el fragor de la metralla, le seguía como un lamento y como el grito de una madre: de ahí que ese hombre que pudo ser monte coronado de flores, viviera por mucho tiempo, errante y vagabundo, sin plantar su tienda, fija la mirada en la isla hermosa, donde no había justicia sin soborno, ni honor sin castigo, ni pan sin mancha.

Pero, hombre, castigue usted a ese animal gritaba don Fermín al cochero . Mire usted que voy calado hasta los huesos... y quiero llegar pronto a mi casa. El cochero, ante la perspectiva de una propina, descargó dos tremendos latigazos sobre los lomos del rocín, que vino a pagar así la ira concentrada por tantas horas en el pecho del Provisor.

El Dante puede mostrar a Virgilio este león encadenado, convertido en mármol de Paros y en estatua griega, porque del otro lado de la tumba todo lo que sobrevive debe ser bello y arreglado a los tipos divinos, cuyas formas revestirá al hombre que viene.» Y si estas palabras que subrayo, porque ellas son acaso las más profundas que Sarmiento haya escrito, pudieran parecer obscuras en su misma profundidad, ved cómo concreta después su juicio definitivo sobre el protagonista de esta obra: «He aquí me decía un joven Arce, pariente de Quiroga cómo yo llevo la toga y la clámide del griego y no la túnica ni la dalmática del bárbaro.

Y , rendida al ruego, y al instinto que en el hombre engendró quien le ha creado, beso por beso, loca me volviste, buscando, al esconderte entre mis brazos, oprimiéndome á un tiempo con los tuyos, tu cabeza en mi pecho sepultando, camino de llegar hasta mi alma para buscar en ella tu retrato, ó el fuego de la llama abrasadora del amor y el placer ¡crímenes santos!

No ignoraba que todo hombre es útil en algún momento de su vida, y que ese es el instante que debe aprovecharse. Pensó en la senaduría, y añadió para sus adentros: ¡Quién sabe! Desde que tal idea cruzó por su mente, le empezó a distinguir sobremanera; dejó de llamarle Aldea, y tomó la costumbre de llamarle Félix.

¡No, hombre, no! exclamó la dama riendo; y apoderándose de una de sus manos la besó en un repentino acceso de ternura .Eso es insultarme. ¿Te figuras que yo podría querer a un bruto?... Toma añadió despojándose del sombrero , pon ese sombrero con cuidado sobre la cama.

Pero , amado primo añadió sonriendo no eres un hombre de estos tiempos. Debiste nacer en las montañas de la Arcadia feliz, y dejar que tu vida se deslizase lejos del tráfago y estruendo de las ciudades, sonando el dulce caramillo y rindiendo culto á Pan y á las ninfas, coronada la frente de mirto y roble.