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Sería, pues, una insolencia exigir de la revolución que renovara el milagro de pan y peces, o que convirtiera las piedras en hogazas. ¿Qué ha de hacer la revolución sino lo que siempre se ha hecho? Esto me retrae a la memoria el modo de saludar que suelen tener en algunos lugares de Andalucía, y que no puede ser ni más castizo ni más propio.

Abajo había tanto hombre que parecía un hormiguero. ¡Cristianos!, ¡yo no de dónde salió tanta criatura! Pues no es nada, dije para mi chaleco, ¡las hogazas de pan que se amasarán en la villa de Madrid!... Pero asómbrense ustedes; toda esa gente había ido allí, ¿a qué?... ¡a oír cantar a la Gaviota! Momo hizo una pausa, teniendo las manos extendidas y abiertas a la altura de su cara.

Es el tiempo propicio de segar las espigas doradas que en ya próximos días, formarán las hogazas del mortal sacrificio. En la áurea patena, y formado con trigos de América, yazga el pan de la Misa sobre el cáliz teñido con la sangre de España. Pueblos fuertes, robustos, hincarán las rodillas en tierra, ante el hondo milagro del amor que las almas auna en la elíptica curva de la breve existencia.

Ida la vieja, se sentaron todos alrededor de la estera, y la Gananciosa tendió la sábana por manteles; y lo primero que sacó de la cesta fué un grande haz de rábanos y hasta dos docenas de naranjas y limones, y luego una cazuela grande llena de tajadas de bacallao frito; manifestó luego medio queso de Flandes, y una olla de famosas aceitunas, y un plato de camarones, y gran cantidad de cangrejos, con su llamativo de alcaparrones ahogados en pimientos, y tres hogazas blanquísimas de Gandul.

-Por eso digo -dijo el del Bosque- que nos dejemos de andar buscando aventuras; y, pues tenemos hogazas, no busquemos tortas, y volvámonos a nuestras chozas, que allí nos hallará Dios, si

Hubo en gran abundancia vino aragonés, grandes ensaimadas, bollos de á cuarta, hogazas de á media vara, gran pierna de carnero, pimientos riojanos y unos bizcochos como el puño, fabricados por las monjas del Carmen Descalzo de Daroca. El más obsequiado era don Pablo á causa de sus augurios, que él consideraba dignos de grabarse en bronces y pintarse en tablas.