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Tal es la triste historia del olvidado Alberto Glatigny, llamado á ocupar algún día entre los poetas líricos franceses del siglo XIX un puesto de honor. VIRGINIA D

Ballester fue temprano, y a ella le faltó tiempo para hablarle de la visita de Maxi y de la historia que este le había llevado. Mucho se incomodó el regente al enterarse de esto, y con desusada seriedad y calor hubo de negar lo que su amigo contara de la Samaniega. «Mire, compañero dijo ella , mientras más se amontone usted para negarlo, más creo yo en ello.

Esta es la historia de la pobre anciana; a esto se atribuía su cambio de carácter, la melancolía de su rostro sus vestidos de luto, su acritud y su aspereza aparentes. «Es una rosa, decía don Basilio, ¡una rosa que de un día para otro se convirtió en cardo

La historia puesta ya en este punto, no será fuera de propósito advertir qué circunstancias había, y qué pensamientos animaban a los más principales de estos nuestros personajes.

La historia de las artes encontrará tambien en ella algunos documentos preciosos.

Estoy destinada a vivir sola y a renunciar a los goces de este mundo, y si alguna vez lo olvido, la historia de esos tres días sabrá hacerme recordarlo...

Tal efecto hizo en esta la historia de aquel increíble caso de delirio maternal y de pasión no satisfecha, que estuvo tres días sin poder apartarlo del pensamiento. iv

Aparte de sus generales y conquistadores ilustres, ella ha dado nacimiento al Ticiano, á Tintoreto, á Canova, á mil y mil celebridades, que la han llenado de cuadros y estatuas, de cuadros y estatuas modelos; solo así se cree ser cierto lo que el viajero ve en Venecia; solo recordando su historia, se explica y comprende su magnífica grandeza.

En aquellas comidas subrepticias y ociosas sobremesas, mi amigo don Guillén me fué contando a retazos su historia, la de Angustias Pinto y la de los padres de ella y él, Belarmino y Apolonio. Después, por mi cuenta, hice averiguaciones tan importantes, que la historia de Caramanzanita y la Pinta pasan a segundo término.

Adiós, holgazanes que en un siglo habéis cansado a la historia. Adiós, mendigos, aventureros, devotos, que vestís con harapos el cuerpo y con púrpura y oro la fantasía. Vosotros habéis dado al mundo más poesía y más ideas que Inglaterra clavos, calderos, medias de lana y gorros de algodón.