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Está demostrado que la política española, sometida a una temperatura de cuarenta grados, se descompone por completo. Quizás ocurra también lo mismo con la política inglesa, por ejemplo; pero ¿cuándo marca el termómetro cuarenta grados en Londres? Decididamente, habrá que cerrar el Congreso si no queremos que se declare en Madrid, y que se extienda luego por el mundo, una nueva epidemia hispánica.

Así se lee en el libro de los Reyes i en el Paralipomenon. Los que han querido dar por cierto el establecimiento de los judíos en España, despues de su conquista por las armas de Nabucodonosor, afirman que estos tenian en las mas principales ciudades de la península hispánica sinagogas, de quienes era cabeza i primada la de Toledo.

Tertuliano, Eusebio Cesariense, San Clemente Alejandrino i algunos autores mas, tratan á la larga de las conquistas i navegaciones hechas por Nabuco, así en la Libia, como en toda Asia hasta Armenia, i ninguno habla de la venida i toma á sangre i fuego de la península hispánica.

Los judíos por otra parte eran muchos: todos afectos á los conquistadores, ya por haber acudido estos al llamamiento que les hicieron para la toma i reduccion de la península hispánica, ya por haber salido con su ayuda de la opresion en que tan desdichada i miserablemente habian vivido por espacio de tantos años.

Vivían confundidos cristianos y musulmanes, árabes puros, sirios, egipcios, mauritanos, judíos de tradición hispánica y judíos de Oriente, dando lugar a los cruzamientos y mesticismos de mozárabes, mudejares, muladíes y hebraizantes.

Los españoles orgullosos con las victorias alcanzadas en todo el siglo XVI no advirtieron los males que comenzaban á fatigar estos reinos, ni quién era el único causador. Ya en el XVII habian arreciado de tal manera que fué preciso buscar el remedio, si no se queria ver hundida para siempre en la mayor miseria la península hispánica. Pero ya todo era en vano.

Hasta mataron la antigua religiosidad española, tolerante y culta por su continuo roce con el mahometismo y el hebraísmo: aquella Iglesia hispánica, cuyo sacerdote vivía en paz dentro de las ciudades con el alfaquí y el rabino, y que castigaba con penas morales a los que por exceso de celo turbaban el culto de los infieles.

En las grandes ciudades que ganaba Taric bien á sangre i fuego, bien por capitulaciones honrosas i de provecho para los vencidos, dejaba en su custodia, i para su guarnicion algunos árabes; pero fiando toda la seguridad de ellas en los muchos judíos en quienes habia puesto las armas en las manos, ya para que los ayudasen en la empresa de reducir á su obediencia la península hispánica, ya para alentarlos á salir de su cautividad, i á destruir á aquellos que por tantos años habian oprimido á los descendientes de la antigua nacion judáica.

Por los dedos pueden contarse los vates indígenas en nuestro romance durante los tres siglos y pico de dominación hispánica. W.E. Retana nota tres hasta 1896: Atayde, Paterno y Rizal. Hasta 1898, año límite de nuestro señorío, fué meñique la falange versificadora, ¿Motivos?

Dice Tomás Campanella, en su libro De monarchia hispanica, que en los siglos bárbaros prevalecieron los pueblos rudos del Norte y tuvieron el imperio; pero que cuando llegaron á valer más la astucia y la maña que la fuerza, inventadas la imprenta y la artillería, rerum summa rediit ad hispanos, por ser hombres más listos, ingeniosos y astutos.