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, frente a él, a corta distancia, Beatriz y su primo estaban echados de espaldas sobre la hierba, a la sombra de un olmo. El mancebo había juntado su rostro al de la niña, pasándola el brazo bajo la espalda, mientras ella, deshojando un rojo clavel, un clavel rojo como la sangre, sonreía voluptuosamente.

Las torres blindadas estaban oxidadas, lo mismo que las cureñas; los cañones de largo alcance, pintados de rojo y hundidos en la hierba, parecían tubos de desecho. El olvido y el óxido del abandono envejecían estas piezas modernas.

Si es encantador y variado para el Robinsón tendido en el islote ó encaramado al tronco de un árbol, el aspecto del arroyo, es mucho más hermoso todavía para el visitante que sigue la orilla de sinuosidad en sinuosidad, caminando tan pronto sobre las rocas tapizadas de zarzas, como sobre la espesa hierba de la pradera, ó bajo la móvil sombra de las ramas agitadas.

En las grandes tempestades el barco necesita achicarse, de alta encina quiere convertirse en humilde hierba, y como sus mástiles no pueden plegarse cual las ramas de un árbol, se ve en la dolorosa precisión de amputarlos, quedándose sin miembros por salvar la vida. La pérdida del buque era ya inevitable.

Pero Manín se incorporó un poco en la butaca y dijo restregándose los ojos con los puños: Nunca tuve más que un dolor en la paletilla. Me dio cargando un carro de hierba y me duró más de un mes. No probaba bocado. Parecía que tenía allá dentro una gafura que me iba royendo el cuajo.

Pedro, deja aquí el zorro y á casa por un poco de paja ó hierba seca. ¿Qué es eso, le quiere usted hacer cama á ese bicho? preguntó D. Primitivo. ; le quiero hacer un lecho cómodo para que se cure.

El no tenía esa mirada universal del águila que le permite a la vez mirar frente a frente el sol y divisar al insecto oculto bajo la hierba: no sabía leer más que en los cielos. No obstante, a fuerza de elevación y de poder, conseguirá alguna vez hacer compartir la ilusión que se hace a mismo; pero no hay que engañarse: es una ilusión.

Tales son las orillas de nuestro arroyo en casi todo su curso que empieza en la base de los montes. Al igual que muchas otras aguas corrientes cantadas por los poetas, esta despierta en la imaginación la idea de una gigantesca serpiente que se resbala bajo la hierba reflejando sus círculos.

Debajo del árbol, en la tierra y sobre la hierba húmeda, se veían algunas gotas de sangre, pero Martín había huído. No tenga usted cuidado, señorita le dijo a Catalina una de las criadas . Martín ha podido escapar. La señora de Ohando, que se enteró de lo ocurrido por su hijo, llamó en su auxilio al cura don Félix para que le aconsejara.

Pero si no estuviera ya honrada suficientemente por su mismo nombre, habría que declarar a la hierbabuena emblema del patriotismo. No existe ninguna hierba que se aferre más a la tierra donde ha crecido; se la puede arrancar, perseguir con el arado y la azada... es inútil; la hierbabuena vuelve a retoñar indómita. La cebolla es recia, valerosa, ardiente.