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Sus amigos y el hidalgo, después de dar a sus criados algunas órdenes, se colocaron en los bancos. Y bien lo necesitaban los seis caciques; pues, menos provistos de impermeables que don Simón, estaban calados de agua hasta el pellejo.

¿Y un milagro es lo que ese señor ha menester? dijo Cervantes. Y tan milagro, que sería más fácil resucitar a un muerto. Pero ya, señor hidalgo, que yo he visto que sois tan amigo de la señora doña Guiomar, hablaros quiero, y de tal cosa, que importa grandemente a esa vuestra amiga y a vos; y venid donde nadie pueda oírnos, que más de lo que pensáis el secreto importa.

¡Ah! ¿sois vos, acaso?... , señor, yo soy. ¡Ah! pues comprendo, y como nada tengo que hacer aquí, me voy. Guárdeos Dios, señora. Hidalgo, hasta la vista. Ni Dorotea ni Juan Montiño contestaron al sargento mayor, que salió. Durante algún tiempo, Dorotea miró frente á frente y ceñuda á Juan Montiño. Yo creí que me engañábais dijo con acento concentrado. ¡Que os engañaba!

Seguía reparando que algunos abades se mostraban con él así como airados o resentidos, en especial el arcipreste, el más encariñado con la casa de Ulloa; pues mientras el cura de Boán y aun el de Naya atendían sobre todo al triunfo político, el arcipreste miraba principalmente al esplendor del hidalgo solar, al buen nombre de los Moscosos.

Dios guarde á V. E. muchos años. Sala Capitular de Buenos Aires Mayo 23 de 1810. Juan José Lezica Martin Gregorio Yañiz Manuel Mancilla Manuel José de Ocampo Juan de Llano Jaime Nadal y Guarda Andres Dominguez Tomas Manuel de Anchorena Santiago Gutierrez Dr. Julian de Leiva. Excelentísimo Señor D. Baltazar Hidalgo de Cisneros."

; un hidalgo que ha llegado á Madrid, á quien conoce su majestad la reina dijo el padre Aliaga con el acento más reposado del mundo, aunque sentía una ansiedad cruel por oír la contestación de doña Clara. La reina no conoce á ese caballero dijo la joven. ¿Que no le conoce?... No; ni siquiera le ha visto. Me ha escrito, sin embargo, su majestad, en su favor.

Evangelina tuvo así motivo para encontrarse frecuentemente en palacio en sociedad con el capitán de gentileshombres, que a fuer de galante no desperdició coyuntura para hacer su corte a la doncella; la que al fin, sin confesar la inclinación amorosa que el hidalgo extremeño había sabido hacer brotar en su pecho, escuchó con secreta complacencia la propuesta de matrimonio con don Fernando.

Presidente y Señores Vocales electos de la Junta Provisoria Gubernativa, D. Baltazar Hidalgo de Cisneros, D. Cornelio de Saavedra, Dr. D. Juan Nepomuceno de Sola, Dr. D. Juan José Castelli y D. José Santos de Inchaurregui: ocuparon los respectivos lugares que se les tenian designados, siendo el del Exmo. Sr.

Sin duda que el buen hidalgo no ha caído en cuenta de que al procurarles asilo á los inocentes estorninos se hace instigador y cómplice de los olivicidios, en provecho personal exclusivo. Pero hay algo mas curioso en el asunto.

Tambien es de Diego Beltran Hidalgo el soneto siguiente que compuso en favorable recomendacion de la Historia general de aves y animales de Aristóteles Estagirita, traducida i aumentada por Diego de Funes i Mendoza. =Soneto.= Razones dulces de escuchar suaves, Partos de tu fecundo entendimiento, Son, docto Funes, plumas de tu intento, I alas veloces tus discursos graves.