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Concluída la cena, hubo para cada huésped una cama, no muy blanda, pero muy limpia, y la mejor para don Simón. En buena justicia, ¿qué más había de pedir éste al hidalgo, sin ser un grosero? Acostóse, pues, sin saber lo que deseaba; durmióse al cabo... y amaneció el nuevo día, tan frío, tan lluvioso y tan desagradable como el anterior.

Durante los cuatro años que en esa República permaneció, fue Director de La Revista Universal, la cual se escribía a veces desde el fondo hasta las gacetillas; conferencista en el Liceo Hidalgo y en otras Sociedades; autor dramático en los principales teatros. Los trabajadores de Chihuahua lo nombraron Diputado al Congreso de Obreros y el Gobierno lo colmó de atenciones a cada instante.

; , señora, hidalgo es, pero... No importa que sea pobre; es valiente y alentado. , es cierto; pero... Como valiente y alentado hará fortuna. Por mucha que haga... Tu padre no es codicioso. Pero siempre verá que ese joven es sobrino de Francisco Martínez Montiño, cocinero mayor del rey.

Nuestro joven hizo entonces lo que en igual situación hubiera hecho el más hidalgo: comprendió que una casualidad le había llevado á un lugar donde dos mujeres se creían solas, que las graves palabras que había oído pertenecían sin duda á un secreto que él no debía sorprender, y se hizo atrás dirigiéndose á la puerta inmediata; pero aquella puerta estaba cerrada.

¿Comprende usted ahora, pregunté al ingeniero, la importancia de la pintura de Horacio Vernet? ¿Comprende usted ahora la importancia, el carácter profundo y el profundo sentido histórico de ese gran pintor? señor, ahora lo comprendo. A renglon seguido me preguntó cuándo nos veriamos; le ofrecí visitarle; se despidió con un hidalgo y fervoroso apreton de manos, y mi mujer y yo quedamos solos.

¡Un vagabundo, un ladrón, se la había jugado a él, a un hidalgo rico heredero de una casa solariega! Y lo que era peor, ¡esto no sería más que el principio, el comienzo de su carrera espléndida! Carlos, mortificado por sus pensamientos, no prestó atención a lo que hablaban; luego oyó un beso, y poco después las ramas de un árbol que se movían.

Adviértase que he escogido de intento el testimonio de uno de los románticos más intransigentes, para que se vea cómo no existe y debe tenerse por un fantasma, creado por las necesidades de la polémica, ese idealismo enemigo de la verdad humana, del cual triunfan tan fácilmente los críticos naturalistas, como triunfaba el ingenioso hidalgo de los cueros que encontró en la venta.

El conde era visita de la casa de Quiñones, pero sólo iba de tarde en tarde, con motivo de algún cumpleaños, entrada de año, etc. Sin embargo, Quiñones alimentaba por él profunda simpatía. Bastaba que perteneciese a la nobleza para que el linajudo hidalgo le juzgara superior en todos conceptos a los demás seres de la población.

Aparece al fin la Reina, á la cual se ha mandado buscar, y se rinde homenaje á su hijo como al sucesor legítimo del trono. La inocente sangre. La judía de Toledo. Los novios de Hornachuelos. Peribáñez y el comendador de Ocaña. Los comendadores de Córdoba y Fuente-Ovejuna. El Hidalgo abencerraje. La envidia de la nobleza y el cerco de Santa Fe. Las cuentas del Gran capitán.

Una sonrisa sarcástica se dibujó en el rostro macilento del hidalgo. Efectivamente, he recibido una educación cristiana... al menos según se ha entendido hasta ahora el cristianismo. Mire usted, señor excusador, yo he tenido un padre que era como Dios. Por la más leve falta, hija de mi inexperiencia, de mi temperamento, de mi edad, me imponía un castigo bárbaro, cruel.