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La dulcamara, por último, corresponde aun á cierto número de síntomas bastante constantes y característicos, tales como: piel fria, caliente y aun ardorosa despues, que se pone árida y seca, ó se cubre de sudor, con un orgasmo á veces mas ó menos general; prurito, rubicundez, erupciones herpéticas, salivacion, ronquera, bronquitis, opresion, tos convulsiva, hemoptisis, náuseas, vómitos, dolores cólicos, diarrea, retencion de orina; orinas abundantes, involuntarias, escasas, difíciles de evacuar, turbias; escozor y sequedad en la garganta, otalgia, vértigos, oscurecimiento de la vista, fluxion en el ojo, en la mejilla; hipersecrecion de las mucosas, infarto de las glándulas, pesadez de cabeza, congestion en la misma, delirio, epistaxis, dolores con sensacion de frio por el cuerpo, convulsiones en los labios, en los párpados; cardialgia, enteralgia, laxitud, ardor quemante aquí y allí, temblores, debilidad paralítica; parálisis de la lengua, de la cara; sudores frios.

Después buscaba con su vista otra cabeza igualmente gloriosa, aunque menos blanca, con las barbas rubias y entrecanas, la nariz rubicunda y unas mejillas herpéticas que en ciertos momentos echaban á volar las películas de su caspa.

De las paredes, leprosas, herpéticas, cubiertas de roña caliza, colgaban monstruosas fungosidades, criptógamas preñadas de veneno, cuya blancura ponzoñosa se destacaba sobre el muro, como una pupila pálida y siniestra en un rostro amoratado. En los codos de los tubos, polvorientas telarañas se tendían, semejantes a sudario gris de olvidados muertos.

Así, pues, la sarna degenerada que reaparece en la piel en estaciones dadas, y en formas indeterminadas, para volver á fijarse en las mucosas por todo el resto del año; los restos sifilíticos y aun las sifílides situadas en la piel y principio de las mucosas que constituye una de las últimas trasformaciones; las afecciones herpéticas sucediendo á la diarrea, al asma, al catarro; y estos, sucediendo á su vez al herpes; todas estas trasformaciones y metástasis pueden ofrecer indicaciones suficientes para la eleccion de la dulcamara.

Muchas enfermedades podrian requerir el uso de alúmina en las mismas personas, y aun la hernia, de la que este medicamento presenta algunos síntomas; pero está especialmente indicada en varias erupciones herpéticas, en las que la vitalidad de la piel parece languidecer y alterarse su tejido, por una inercia vegetativa, por falta de jugos reparadores.

Quizá esta particularidad esplica uno de los principales caractéres de las afecciones herpéticas de la dulcamara, que es una secrecion mas abundante y por la que se las denomina húmedas. Es de observacion que las erupciones secas y liquenoides, las eflorescencias furfuráceas y la pitiriasis, no están en relacion con este medicamento.

Necesario es manifestar que en todas estas diversas formas patológicas cutáneas, la indicacion de la dulcamara procede siempre de un cambio anterior de las afecciones herpéticas de las membranas mucosas, á la piel, de esta al periostio, á las glándulas, á las membranas mucosas y serosas, aun cuando en este último caso, se presente edema, hidropesías serosas, anasarca.

Los exantemas en la piel consisten casi únicamente en granos rojos, forunculáceos, y en manchas herpéticas furfuráceas. El prurito ardiente hace pensar en las molestas sensaciones que producirá una erupcion que se cree inminente. Los síntomas del ambar van acompañados generalmente de eretismo y de tension, si bien su limitacion y la astenia constituyen el fondo.

Boerhaave contribuyó mucho á popularizar la dulcamara: este médico, Linneo, de Hahen, Sauvages, de Razoux, etc..., la han recomendado para varias enfermedades flegmásicas, neurálgicas, dartrosas. A juzgar por lo que han dicho muchos autores, la eficacia de la dulcamara, en un gran número de afecciones herpéticas, es un hecho generalmente admitido. Mr.

Es, pues, en personas herpéticas y afectadas profundamente y por mucho tiempo de esta diátesis, en las que obra con preferencia el causticum por su accion electiva sobre la piel.