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Atacado de un vértigo de grandeza heroica, decía que para celebrar suceso de tal magnitud era menester una hecatombe, el sacrificio de cien bueyes ó por lo menos de cien carneros. Una banda de gaitas acompañada de tamboriles amenizaba el festín, haciendo sonar los aires del país.

Los dos hombres eran intrépidos; ambos de sangre fría e independientes, y ambos tipos de una civilización que en el siglo XVII hubiera sido llamada heroica, y en el siglo XIX sólo despreocupada. ¿Qué llevas? muestra el juego dijo Tennessee con tranquilidad. Dos triunfos y un as contestó el forastero con la misma sangre fría, enseñando dos revólveres y un cuchillo. Paso repuso Tennessee.

En el comedor un joven con una lata de sardinas, una botella de vino y las provisiones que acaba de traer de su pueblo, hace heroicos esfuerzos para que sus amigos participen de su tente-en-pié, mientras que los amigos oponen á su vez otra heroica resistencia.

Dejo para menos apasionadas plumas la confirmación de este dictamen mío, que podrá parecer sospechoso por interesado, y pongo por conclusión de la censura la que se merece una obra toda de la gloria de Dios, para que en la luz pública logren todos ejemplos de la virtud más heroica y del más apostólico celo. Este es mi dictamen, salvo, etc.

Suscítase entonces una contienda heróica entre los cuatro caballeros: cada uno de ellos quiere salvar á los demás y sufrir la pena. El Rey, que asiste á este altercado sin ser visto, siente tal emoción ante la nobleza de sentimientos de los cuatro caballeros, que á todos concede su gracia y los llama el mejor ornamento de su reino. Doña Ana da su mano á Don Diego, y Doña Flor al Marqués.

Se sabe que después de la heroica expedición de Santiago contra la tartana que sólo tenía un inocente buey por todo defensor, se sabe que, vuelto a bordo, el digno teniente de la Urna de San José, había decidido al capitán Massareo a destruir la embarcación, esperando así borrar las trazas de su mentira. Su voz agria y chillona lo dominaba todo a bordo de la escampavía.

En el ardor de aquel primer encuentro, apenas advertí que algunos de nuestros marineros caían heridos o muertos. Yo, puesto en el lugar donde creía estorbar menos, no cesaba de contemplar al comandante, que mandaba desde el alcázar con serenidad heroica, y me admiraba de ver a mi amo con menos calma, pero con más entusiasmo, alentando a oficiales y marineros con su ronca vocecilla.

-No -dijo Ricote, que se halló presente a esta plática- hay que esperar en favores ni en dádivas, porque con el gran don Bernardino de Velasco, conde de Salazar, a quien dio Su Majestad cargo de nuestra expulsión, no valen ruegos, no promesas, no dádivas, no lástimas; porque, aunque es verdad que él mezcla la misericordia con la justicia, como él vee que todo el cuerpo de nuestra nación está contaminado y podrido, usa con él antes del cauterio que abrasa que del ungüento que molifica; y así, con prudencia, con sagacidad, con diligencia y con miedos que pone, ha llevado sobre sus fuertes hombros a debida ejecución el peso desta gran máquina, sin que nuestras industrias, estratagemas, solicitudes y fraudes hayan podido deslumbrar sus ojos de Argos, que contino tiene alerta, porque no se le quede ni encubra ninguno de los nuestros, que, como raíz escondida, que con el tiempo venga después a brotar, y a echar frutos venenosos en España, ya limpia, ya desembarazada de los temores en que nuestra muchedumbre la tenía. ¡Heroica resolución del gran Filipo Tercero, y inaudita prudencia en haberla encargado al tal don Bernardino de Velasco!

Sólo variaba la postura, y para muchos ofrecía mayor seducción volver á la tierra de un modo fulminante, en plena embriaguez heroica, con una idea generosa en el pensamiento, que extinguirse lentamente entre sábanas, frente á una pared, manchado y envilecido por todas las suciedades de una materialidad que empieza á disgregarse.

Fué por allí que Gonzalo Jiménez de Quesada, conquistador del Nuevo Reino de Granada, penetró en 1536, dominando tan supremas dificultades é increibles peligros, que la historia, para ser justa, debe considerar esa expedición como la mas heróica, la mas extraordinaria que jamas conquistador alguno haya conducido y consumado.