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La pobre sobrina de doña Pepa tendrá un buen susto... ¡Mira que venir de tan lejos, de sitios tan hermosos, para ver estas cosas!... Rafael pareció reflexionar un rato, como si acabara de ocurrírsele la proposición que danzaba en su cabeza desde mucho antes. Si fuéramos allá... ¿Qué te parece Cupido? ¡Ir allá!... ¿Y cómo?

¡La aurora!, aun en una casa de locos es alegre; aun allí son hermosos el risueño abrir de ojos del día y la primera mirada que cielo y tierra, árboles y casas, montes y valles se dirigen.

Tomó por fuerza una de mis manos y la retuvo entre las suyas, mientras que yo, dominada por una timidez que no había sentido jamás, volví a un lado la cara y hacía esfuerzos por librarme. Déjame esta mano tan pequeñita y linda; me pertenece. Vuelve la cara hacia acá, Reina. Miré de frente a aquellos hermosos ojos francos que me sonreían, y exclamé: ¡Alabado sea Dios!

Cada una de aquellas novelas dejaba huella duradera en su juvenil espíritu, y durante algunos días, en tanto que los personajes de otra no lograban cautivarla, pensaba sin cesar en los hermosos milagros que el amor de la heroína, puro como el diamante y tan firme, había realizado.

¡Bueno! dijo ; es, únicamente, un caballero andante; no tolerará que la mujer a quien ha amado se muerte por sus hermosos ojos. ¡Son tan bestias los hombres! ¡Si yo fuese tan bonita como , los haría correr! Mientras tanto, hija mía, seremos nosotras las que corramos; y desde mañana mismo. ¡Pues bien, ! ¡en marcha!

-Y, siendo esto hecho con apacibilidad de estilo y con ingeniosa invención, que tire lo más que fuere posible a la verdad, sin duda compondrá una tela de varios y hermosos lazos tejida, que, después de acabada, tal perfeción y hermosura muestre, que consiga el fin mejor que se pretende en los escritos, que es enseñar y deleitar juntamente, como ya tengo dicho.

Todo el grueso del ejército carlista entraba, en su retirada de España, por el barranco de Roncesvalles y por Valcarlos. Una porción de comerciantes se había descolgado por allí, como cuervos al olor de la carne muerta, y compraban hermosos caballos por diez o doce duros, espadas, fusiles y ropas a precios ínfimos.

Largo rato continuaron en acecho los ingleses y vieron que algunos grupos de nobles castellanos, montando sus hermosos corceles y seguidos de pajes que llevaban halcones y azores adiestrados, se preparaban á entregarse á su ejercicio favorito de la caza. Á su lado corrían y saltaban grandes lebreles.

En ella, como en surcos misteriosos Fructifican los gérmenes hermosos Que fecunda la sangre y el sudor, Y dia y noche la ciudad invicta Guardando con amor su arca bendita Vela al pié del sagrado pabellon.

Lo recuerdo repliqué, al encontrarse sus hermosos ojos puros con los míos. Recuerdo bien cómo su padre nos dejó completamente confundidos cuando bajó y trajo su libro de cuentas de un banquero, que probaba tener un balance a su favor de cincuenta y cuatro mil libras esterlinas. Después de esto fue para nosotros un misterio más grande que nunca.