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La herida de la cabeza resultó insignificante, y lo del brazo ni siquiera llegaba a dislocación del hombro. Lo peor era la sangre perdida que le debilitaba mucho, y lo que pudiera haber de conmoción cerebral, aunque era buen síntoma lo dócil que iba mostrándose todo el organismo a los remedios que Neluco le aplicaba.

Duda, vacila alzándose del suelo al sentirse en Bailén de muerte herida, y abate en Waterlóo su incierto vuelo. Eras : mi deseo adivinaba tus rojos labios, tu mirar de fuego, de tu amor las histéricas caricias, el ardiente perfume de tus besos. Eras , que surgias en mi mente envuelta entre la niebla de mis sueños, radiante y bella, cual la luna surge del horizonte entre el celaje denso.

24 él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la justicia, por cuya herida habéis sido sanados. 25 Porque vosotros erais como ovejas descarriadas; mas ahora sois ya convertidos al Pastor y Obispo de vuestras almas.

Alguien que le tendrá un odio implacable, me imagino rió el cirujano, que era mi amigo desde hacía varios años y que tenía por costumbre asistir algunas veces a las partidas de caza con los Fitzwilliams. Pero, vamos, viejo compañero, alégrese; uno o dos días tendrá que pasar con leche y caldo, dejar curarse la herida y permanecer muy tranquilo. Ya verá cómo pronto vuelve a recuperar su salud.

Pues bien, debo decir que estoy profundamente cansada y herida de todo esto; se lo aseguro. Y cuando en este momento acaba de ofrecerme en prenda, su honor de gentilhombre, que le ha permitido hacer tantas cosas indignas, tengo sin duda el derecho de no creer en él, y no creo.

Gime, herida, la infeliz; lloran asustados los granujas, y el iracundo marinero sale al balconcillo renegando de su estrella y maldiciendo á su mujer. La borrachona los consumió en aguardiente.

Aunque la herida le molestaba, salió de nuevo a pasearse después de cenar. Las constelaciones temblaban en el azul inmenso y liso de la noche.

212 Le coloriaron las motas con la sangre de la herida, y volvió a venir jurioso como una tigra parida. 213 Y ya me hizo relumbrar por los ojos el cuchillo, alcanzando con la punta a cortarme en un carrillo. 214 Me hirvió la sangre en las venas y me le afirmé al moreno, dándole de punta y hacha pa dejar un diablo menos.

Nueve veces, señora respondió tétrica, sepulcralmente, la Esfinge ; nueve... ¡nueve mil puñaladas! Para las últimas, no había en el corazón un sitio sin una herida ensangrentada. Ya no le parecía a la marquesa tan fea ni tan extraña aquella mujer. La carga de tales y de tantos dolores lo justificaba todo a sus ojos.

He roto con todo y he venido a refugiarme en Heidelberg, para escrutar aquí mi espíritu y juzgar en la soledad y el silencio la metamorfosis que en se ha efectuado durante estos seis meses. ¿Se habrán agotado mis lágrimas a fuerza de llorar y se habrá cerrado mi herida por no tener ya sangre que verter? ¿Sería posible que yo llegase a curar? ¡Oh! ¡Mísera humanidad! ¿Tan flacos somos que nada, ni siquiera el dolor, perdura en nosotros?