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¿Qué ha oído, querido amigo? ¿qué es eso? Los títulos que me ha acordado usted: maricón, y Dios sabe qué más. Y él, sin alterarse en lo más mínimo: Siempre lo he dicho, todos los días se lo estoy diciendo a mi mujer: las puertas no sirven para nada. Pero no hay que tomarlo a mal, mi viejo amigo. ¿Comprende?... siempre me ha fastidiado que usted se hubiera puesto de parte de Pütz.

He estado velando á un moribundo, respondió Ester, he estado junto al lecho de muerte del Gobernador Winthrop, he tomado las medidas para su traje, y ahora me dirijo á mi habitación. Sube aquí, Ester; ven tu con Perlita, dijo el Reverendo Sr. Dimmesdale. Ambas habéis estado aquí antes de ahora, pero yo no me hallaba á vuestro lado. Subid aquí una vez más, y los tres estaremos juntos.

Ahora me las pagarás todas juntas... ¡Cuánto me has hecho sufrir!... ¡Más maldiciones le he echado a ese dichoso convento...! Pero qué guapa estás, nena. Chi. Estás hermosísima. Chi... para ti. El frío aquel de fiebre se trocó de improviso en calor violentísimo, y la risa convulsiva en explosión de llanto. «No es día de llorar, sino de estar alegre». ¿Sabes de qué me acuerdo?

Era posible encontrar otro barco: se ofrecía á ayudarles en la busca. Iba á enviar Mare nostrum á que le esperase en Barcelona, y él permanecería en Nápoles todo el tiempo que ella quisiera. ¡Farsante!... ¡Y yo he creído en ti! ¡Y yo me he entregado considerándote un héroe, tomando como verdad tus ofertas de sacrificio!... Se marchó furiosa, dando un terrible portazo.

10 Y él dijo: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo: haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna; y verá todo el pueblo en medio del cual estás , la obra del SE

He llorado otra vez con mucha amargura, y los sollozos que me sofocaban me han impedido continuar.

6 Y miré; y he aquí en medio del trono y de los cuatro animales, y en medio de los ancianos, estaba un Cordero como muerto, que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados en toda la tierra. 7 Y él vino, y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono.

15 Pero respondiendo Jesús le dijo: Deja ahora; porque así nos conviene cumplir toda justicia. Entonces le dejó. 16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. 1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.

-No qué me diga a eso -respondió Sancho-; sólo que las señas que me dio de mi casa, mujer y hijos no me las podría dar otro que él mesmo; y la cara, quitadas las narices, era la misma de Tomé Cecial, como yo se la he visto muchas veces en mi pueblo y pared en medio de mi misma casa; y el tono de la habla era todo uno.

He guardado luto riguroso cuatro años...; las medias de este traje son aquéllas... y aquéllos los zapatos...; encerrada a los 24 años; suponiendo que viva 70, son... yo no cuántos... Cuarenta y seis. Cuarenta y seis de encierro. He llorado estos cuatro años... no sabes cómo he llorado... ¿te gusta aquella «aigrette»?...; ya no me quedan lágrimas. Mucho, me gusta mucho.