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Esta fijeza nos indica que hay objetos distintos que pueden producir una impresion semejante; y que nos podemos formar idea de una dimension determinada, ó de una figura, prescindiendo del objeto particular á que corresponde ó puede corresponder.

¡No mires más las almas, Cristela, sino los rostros! insistió Bob. Los rostros bellos encantan por su belleza; en los feos hay inteligencia y audacia... Conténtate con la máscara, gózate de su mueca y su pintura; pero no penetres en los sentimientos y las ideas. Tal es el desinteresado consejo de tu amigo Bob el enano.

A Tirso le ha hecho, no quién, capellán de una cofradía, hermandad, o lo que sea, que llaman las Hijas de la Salve o la Limosna de la luz, no lo fijamente, y Tirso las lleva con mucha frecuencia a las fiestas de la iglesia: hay capillas privadas, como hay teatros caseros. Hasta aquí todo va bien; pero, de paso, ya sabes por qué dejan a don José solo las horas muertas.

Tengo a la vista un cuadro de las banderas de todas las naciones del mundo. Sólo hay una europea culta, en que el colorado predomine, no obstante el origen bárbaro de sus pabellones.

Es curioso un hecho que prueba cuánto la vieja política del egoismo y la agresion ha falseado la situacion de los pueblos: no hay en Francia un departamento mas industrial, rico y laborioso que el del Norte; y sinembargo ninguno hay que contenga tan gran número de plazas fuertes ó militares . Así, allí donde todo convida á la paz y exige la paz, sin la cual la industria no puede prosperar, se hallan á cada paso los símbolos de la guerra y la devastacion.

A la luz pálida del alba se veía el cadáver de Zaldumbide, colgado de una verga, balanceándose con los movimientos del barco. Se lo advertimos al teniente y a Nissen, y éste, con su habitual laconismo, nos dijo: Las llaves, las llaves. Es verdad repuso el teniente ; hay que registrarle, a ver si tiene el llavero. Ninguno de los otros vascos se atrevía, y fui yo.

De todos modos, a nadie se le oculta que las letras cuentan con pocos apasionados en España. La prensa periódica, en vez de difundirlas y alentarlas, contribuye no poco con su desvío a la tristeza y languidez en que vegetan. Pero como no existe en este mundo tan relativo nada absolutamente bueno o malo, pienso que hay en tal desvío algún motivo para regocijarse.

Entretanto, pensaba: «¡Qué suerte que él esté aquí!... Nos ha de ayudar más de una vez a salvar las situaciones difícilesNo se sonrían, señores. Veo que ustedes se figuran que poco a poco va a ir formándose, en mis propias barbas, una intriguilla amorosa entre esos dos jóvenes. No hay tal cosa... Tengan un poco de paciencia. Ya verán.

Entonces habría que echar mano de un hombre de experiencia; buscar un práctico que tenga costumbre de esas cosas. Veo que te acuerdas de Tolón, hija mía. ¡Toma! allí hay sujetos muy a propósito para eso. ¿Es que quieres que vaya a buscar un criado al presidio? Los hay que ya han cumplido. ¿Dónde encontrarlos? Búscalos. Creo que vale la pena dar con el que nos hace falta.

Nadie que esté en su juicio, por fervoroso cristiano o por tremendo revolucionario que sea, ha desconocido jamás la desigualdad de los hombres, ni ha dejado de advertir las diferencias que hay entre ellos, porque unos son bajos y altos otros; débiles unos, y otros fuertes; algunos listos, y torpes muchísimos; y en lo tocante a inteligencia, agilidad y natural disposición para diversos oficios, artes y menesteres, se dan y se darán siempre escalas de muchísimos grados.