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Pudiéranles quemar la pólvora: no osaron hacerlo por no quemarse ellos también. Pasaron adelante secutando la vitoria hasta llegar cerca de la tienda de Dragut. Entrando en otra que estaba junto á ella, mataron muchos turcos, entrellos un hombre principal. Súpose después que era el Sanjach Bay de Negroponte.

Entró primero el complaciente Villanueva, que evitó a S. M. tan lúgubre aparato, y pareció frustrada la aventura: pero pasado algún tiempo, terco el Rey en su empeño, no paró hasta lograrlo. Guardose mal el secreto, tomó cartas el Santo Oficio, y no atreviéndose con el Rey, procesó al protonotario prendiéndole en Agosto de 1644.

Vemos primeramente á un sabio é intrépido arquitecto del califa An-nasír demoler el antiguo alminar, y levantar en su lugar otro cuya mole de considerable altura no tiene igual en el mundo por su distribucion y proporciones. Empléanse en echar sus cimientos cuarenta y tres dias, profundizándolos hasta encontrar agua.

Sois un extrangero, le dixo el hombre juicioso que le hablaba, y se os presentan de tropel los abusos, miéntras que se os esconde el bien oculto, y que no pocas veces de estos mismos abusos resulta. Supo entónces que habia entre los literatos muchos que no eran envidiosos, y hasta entre los magos algunos que eran virtuosos.

Hasta se olvida que hacen falta naranjos para producir las naranjas; pues, mientras que la fruta nos la envían directamente del Mediodía metida en cajones, el árbol de la estufa donde pasa el invierno, cortado, transformado, disfrazado, sólo una vez aparece, y durante breve tiempo, al aire libre en los paseos públicos.

Biblioteca valenciana de los escritores que florecieron hasta nuestros días, con adiciones y enmiendas á la de D. Vicente Jimeno, por D. Justo Pastor Fuster; dos tomos en fol: Valencia, 1827-30.

Todo está dicho, ¡Dios mío! ¡Cuán fuerte era este lazo! ¡De qué manera envolvía mi corazón! ¡Hasta qué punto le ha despedazado al romperse!

El empeño de seguir á ciegas modelos desacreditados y mal entendidos, y de destruir la armonía reinante entre el pueblo y los poetas, fracasó aquí en sus albores. Todos los dramáticos, que la respetaron hasta su decadencia á principios del siglo XVIII, sólo fueron grandes é influyentes porque, al componer sus obras, no se separaron un ápice del espíritu nacional.

Capítulo XXV. Donde se apunta la aventura del rebuzno y la graciosa del titerero, con las memorables adivinanzas del mono adivino No se le cocía el pan a don Quijote, como suele decirse, hasta oír y saber las maravillas prometidas del hombre condutor de las armas.

Iré modesta y humildemente hasta conceder que es inferior; pero la inferioridad consistirá en que los novelistas españoles del día somos menos discretos, menos instruidos, menos hábiles y menos inspirados que los franceses y que los rusos.