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Todo esto, sin darse ella mucha cuenta de lo que hacía, me lo quería hacer pagar, considerándome en extremo culpado. Lo que yo tuve que aguantar no tiene nombre. Créame V., P. Jacinto, en el pecado llevé la penitencia. Así es que me harté de amores serios para años, y me dediqué desde entonces á los ligeros. ¿Para qué atormentarse en un asunto que debe ser todo de amenidad, regocijo y alegría?

El lector habrá ya comprendido que aludimos a FRANCISCO BRET HARTE, el novelista americano. No será inútil agregar que la muerte le sorprendió a los 62 años, cuando estaba todavía en la plena actividad de su espíritu, habiendo editado el año anterior Under the Redwoods y otro cuento From Sandhill to Pine.

te has remozado para acometer grandes empresas que honren y glorifiquen a ti y a todo el linaje humano y no para enamorarte como un bobo de una damisela entonada y cogotuda que acabará por apartarse de con melindroso desprecio cuando se satisfaga y harte su amor propio de recibir adoraciones.

Unidos, conquistaremos el mundo. Si fuese menester, hasta nos convertiremos en amazonas. Teletusa será Bradamente y yo la propia Pentesilea. Yo estaré contigo, Morsamor, hasta que se harte de tu alma.

Por fin, me harté. Un día me mandaron a la fuente con la chica, que ya tenía nueve años. La condenada fingió ir de buena gana, y a mitad de camino, escabullándose en los portales de la plaza, se metió a jugar en el corral de unas amiguitas. Allí se estuvo tres horas largas, mientras me volvía loca buscándola.

147 Entre cuatro bayonetas me tendieron en el suelo; vino el mayor medio en pedo y allí se puso a gritar: ¡pícaro, te he de enseñar andar reclamando sueldos! 148 De las manos y las patas me ataron cuatro cinchones; les aguanté los tirones sin que ni un ¡ay! Se me oyera, y al gringo la noche entera lo harté con mis maldiciones.

Porque esto es especialmente digno de notar: una indefinida melancolía se difunde sobre todos los personajes de BRET HARTE. Esa gente parece, después de tanto roce brutal, y de tanto combate, tener una secreta nostalgia de amores más puros y de ideales más elevados. De esa tosca y en ese cieno brotan como pálidas flores del destierro, figuras encantadoras de hombres, mujeres y niños.

Así viven los personajes de BRET HARTE en esa sociedad caótica, mitad aventureros y mitad hombres de bien, bandidos y mineros, varones de voluntad indomable, duros, ásperos, acerados, dispuestos a cualquier cosa en cualquier momento, y hasta a acciones generosas y nobles también, en caso de presentárseles la ocasión.

Le pones en la mesa la orza, y que se harte; a ver si lo acaba. Está fermentando y no hay quien lo pase... Si el señorito Maxi viniese antes de que esté de vuelta, le pones de principio una de las dos chuletas de ternera, la más crecidita, y de postre le sacas las pastas que trajo el bollero esta mañana, y la carne de membrillo que yo tomo. Conque a ver si lo haces todo al revés».

Y esta poesía singular os penetra en lo más íntimo del alma, por contraste con la aspereza de esas figuras endurecidas, como quien, ante vosotros, inesperadamente, arrancase de un tosco instrumento las más suaves y tiernas melodías. Durante muchos años BRET HARTE esparció estas perlas de su talento en las revistas americanas, especialmente en el Overland Monthly, por él mismo editada.