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Dice que pasará los veranos en el extranjero y los inviernos aquí. Está harta de su vida de palacios y cortes, y ¡si vieras con qué gente se trata!... Ha hecho que la reciban como hermana en una cofradía, la más popular, la del Cristo de Triana, la del Santísimo Cachorro, y se gastó una porrada de dinero en manzanilla para los cofrades.

Y, dejando la ropa que lavaba a otra compañera, sin tocarse ni calzarse, que estaba en piernas y desgreñada, saltó delante de la cabalgadura del paje, y dijo: -Venga vuesa merced, que a la entrada del pueblo está nuestra casa, y mi madre en ella, con harta pena por no haber sabido muchos días ha de mi señor padre.

Era como el espíritu familiar de la Universidad, la Palas Atenea de aquel amurallado recinto del saber; una Palas Atenea vestida de máscara. También la ciencia oficial del establecimiento se envestía, con harta frecuencia, disfraces de mamarracho.

Tentó, por último, mejor fortuna en tercero, cuarto y quinto plato, pero siempre le aconteció lo propio; así tuvo con harta pena que resignarse a ayunar, y se salió despechada de la cocina.

Figurose que sería por apetito de barquillos, y le hizo una seña, con ánimo de regalarle algunos. La muchacha se acercó, fascinada por el brillo de la sociedad alegre y juvenil; pero al entender que la brindaban con tomar parte en el banquete, encogiose de hombros y movió negativamente la cabeza. Bien harta estoy de ellos pronunció con desdén.

El público se agolpaba junto al mostrador, y charlaba, comiendo y bebiendo. Los rostros melancólicos que se veían a veces no turbaban la alegría general: al contrario, son precisos con harta frecuencia para hacer más pintorescos el cuadro, sobre todo en lugares donde se representan dramas.

Déjate crecer un poco, para que puedas llevar los trabajos de la guerra, cuanto más que harta guerra tienes en tu casa: hartos combates amorosos te sobresaltan el pecho. Sosiega, sosiega, alborotadito, y mira lo que haces primero que te cases, y danos una limosnita por Dios y por quien eres; que en verdad que creo que eres bien nacido.

Mientras estuvo enferma meditó mucho: la fiebre exaltaba su imaginación, exacerbaba su aburrimiento, hacía crecer los agravios que creía haber recibido de su amante. Cuando se levantó del lecho estaba decidida a romper sus relaciones con él. Se hallaba harta de aquel sinapismo.

El aire cambia según las estaciones, y á veces con harta crueldad. El agua, la fría lluvia cae despiadadamente días y noches enteros, penetra nuestro cuerpo, nos constipa, en ocasiones hiela nuestros cabellos y nos asedia calenturientos con las agudas puntas de sus cristales.

Púseme de un cabo y él del otro, e hicimos la negra cama; en la cual no había mucho que hacer, porque ella tenía sobre unos bancos un cañizo, sobre el cual estaba tendida la ropa encima de un negro colchón que, por no estar muy continuado a lavarse, no parescía colchón, aunque servía del, con harta menos lana que era menester.