United States or Morocco ? Vote for the TOP Country of the Week !


Este, pues, sacado del monte donde vivía como bruto por el infatigable celo del P. Lucas Caballero, apenas había puesto el pie en la reducción de San Joseph, cuando cayó enfermo; é imaginando que aquellos dolores eran otros lamentos y súplicas de su alma, hambrienta de los placeres y deleites pasados, se condenó á mismo de demasiado ligero, y poco á poco se volvió á sus pensamientos antiguos, y en sus deseos se volvió infiel en su corazón, ó por mejor decir, bestia.

Esta, pues, que nos amenazaba, tan hambrienta como larga, nos hizo tomar una resolución, si no desesperada, temeraria, por lo menos, y fué que consideramos que, si los bastimentos se nos acababan, el morir de hambre era la más rabiosa muerte que puede caber en la imaginación humana; y así, determinamos de salirnos del navío y caminar por encima del yelo, y ir a ver si en el que se parecía habría alguna cosa de que aprovecharnos, o ya de grado, o ya por fuerza.

¿Ha visto usted la inquina que tiene la india conmigo? exclamó Agapo, sentándose en el borde de una silla, a la vez que echaba hambrienta mirada a la alacena. La señora tenía dos ruedecitas de patata sobre las sienes, y con su semblante fatigado mostraba a las claras padecer fuerte neuralgia. Tengo un dolor de cabeza... dijo ella, llevando una mano a la frente.

Y Leila su palabra entrecortaba, y estremecida de placer gemia, y hambrienta la belleza contemplaba de Ataide, que en sus brazos la estrechaba y de ansiedad y amor desfallecia. ¡Sígueme! Ataide al fin con voz medrosa y trémula exclamó; de la montaña en el seno selvático, gozosa, correrá nuestra vida venturosa bajo el techo de paz de la cabaña.

Y al decir esto, envolvió a Fernando en una mirada hambrienta. «¡Qué loca!», siguió pensando él, mientras experimentaba la satisfacción del orgullo. Dudaba un poco de la sinceridad de sus palabras y gestos. Tal vez este acercamiento no era más que un capricho de su carácter tornadizo. Pero aun así, sentía halagada su vanidad, y no dudó un instante en aprovecharse de la aproximación.

Después del choque provocado por el fanatismo dominador, vendría la huelga de los infelices, la reclamación imperiosa de la miseria. Un ejército enemigo se ocultaba tras aquellas montañas que cerraban el horizonte: una horda hambrienta que algún día caería sobre la población como en otros tiempos las gavillas del absolutismo.

Pero Amalia a los pocos momentos se ponía nerviosa, el llanto de la niña excitaba sus sentidos, entraba en furor como una pantera hambrienta, y concluía por golpear frenéticamente hasta que la dejaba trémula y ensangrentada a sus pies. Desde la carta del conde había aumentado, si era posible, su odio a la criatura; la trataba aún más despiadadamente.

Mientras vacilaba entre el pudor y la necesidad, la vieja sirvienta, aterrada, al parecer, por la mirada hambrienta que fijé sobre ella, cortó la cuestión, cerrando bruscamente la puerta. Entonces, tomé mi partido, resolviéndome á ayunar hasta el día siguiente.

Esta palidecía y agrandaba sus ojos con grato terror, comenzando a encontrar interesante al bandolero. ¿Si habría venido al cortijo sólo por ella?... ¿Si se propondría robarla, llevándosela a sus escondrijos del monte, con la rapacidad hambrienta de un pájaro de presa que vuelve del llano a su nido de las alturas?...

Con sus ojos audaces de loba hambrienta invitaba a Luna a entrar. Le gustaba el porte «aseñorado», como ella decía, de aquel hombre, la soltura que le daba su antiguo trato con el mundo.