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Quisiera saber cómo se llama usted. Rosa Briones. Muchas gracias, señorita Rosa murmuró. ¡Oh! no me llame usted señorita. Llámeme usted Rosa o Rosita, como me dicen en casa. Es que yo no soy caballero repuso Martín. ¡Pues si usted no es caballero, quién lo será! dijo ella. Martín se sintió halagado y, como Rosa le indicó que callara, llevándose el dedo a los labios, cerró los ojos...

Raúl se inclina, halagado en su íntima fatuidad masculina por lo que él toma por un sentimiento de despecho involuntario que se descubre a través de la indiferencia afectada que mortificaba a su amor propio. No lo dude usted, señorita declara en tono malicioso. Se han marchado, y se dirigen ahora hacia el castillo.

¡Cuánto sabes, Isidro! murmuró acariciándole con la mirada . Por eso te quiero tanto: porque dices cosas bonitas. Maltrana rió de la sencillez de la muchacha, sintiéndose halagado al mismo tiempo por su admiración. Casi se arrepintió de lo que llevaba dicho: eran tonterías; la hablaba como si fuese un compañero al que quisiera turbar con sus paradojas.

Y Alcaparrón reía como un mono, frotándose las manos al hablar del saqueo, halagado en sus atávicos instintos de raza. Un antiguo gañán de Matanzuela le recordó a su prima Mari-Cruz. Si eres hombre, Alcaparrón, esta noche podrás vengarte. Toma esta hoz y se la metes en el vientre al granuja de don Luis. El gitano rehusó la mortífera herramienta, huyendo del grupo para ocultar sus lágrimas.

Gallardo fingía no comprenderle, molestado y halagado al mismo tiempo por la idea de que toda la ciudad conociese el secreto de sus amores. Pero ¿qué bicho es ese y qué broncas son esas de que hablas? ¡Quién ha de ser!... Doña Zol; esa señorona que da tanto que hablar. La sobrina del marqués de Moraima, el ganadero.

Y la niña se estira toda gloriosa, sin notar las miradas de admiración de los oficiales al hacer el saludo militar. Pero papá las nota y sonríe, halagado en su orgullo paternal. El oficial está orgulloso de su hija, pero ¡cuánto más lo está la hija de su padre!...

Si aquella expresión era hija del cálculo, hay que confesar que Isabel había ascendido a lo más delicado y exquisito del arte de agradar. Saludome graciosa y familiarmente con la mano, con lo cual todos los ojos que estaban fijos en ella se tornaron hacia el sitio donde yo estaba. En cualquiera otra ocasión esto me hubiera halagado.

Estando avecindado entre los hombres, Dios no tuvo necesidad de crear un infierno para este mundo. Un padre, halagado por ciertas esperanzas de lucro, habia vendido la honra de la menor de sus tres hijas. La pobre de su hija, muchacha como de catorce ó quince años, le reconvenia furiosamente en medio de la calle.

El joven se sintió halagado en su vanidad masculina por esta mirada, pero surgió en su memoria inmediatamente el recuerdo de lo ocurrido aquella tarde. ¿Por qué han reñido esos dos hombres?... ¿Fué por usted?... Quedó ella indecisa; y al fin, entornando los ojos, contestó con cierto abandono: Tal vez; pero yo los desprecio á los dos. Para sólo existe usted, Ricardo.

Salvatierra sentía halagado su sentimentalismo humanitario por este generoso ensueño de la inocencia. ¡Cambiar el mundo sin sangre, con un golpe teatral, valiéndose de la varilla mágica de la instrucción, sin esas violencias que repugnaban a su alma tierna, y que finalizan siempre con la derrota de los infelices y las crueles represalias del poderoso!...