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En efecto, la generala exploraba a todas horas el semblante de Miguel como el marino el del tiempo. Unas veces estaba pálido, otras fatigado, otras melancólico, otras excesivamente risueño; nunca dejaba de tener alguna cosa que le llamase la atención. Esta eterna y escrupulosa inspección le había halagado al principio, después le aburrió un poco, y últimamente había llegado a irritarle.

Si decía, verbigracia: «Elenita, ¿por qué no canta ustedla interpelada le miraba la cara con temor, y en la de los demás empezaba a dibujarse una sonrisa que quería significar: «¿Qué coba se traerá este señorSi expresaba su sentimiento por cualquier desgracia de un prójimo, aunque lo hiciese con sinceridad, no faltaba alguno que exclamase riendo y poniéndole una mano sobre el hombro: «¡Don Acisclo, usted no perdona a nadie!» Y D. Acisclo, halagado en su talento humorístico, aunque no hubiese tenido intención de burlarse, comenzaba desde aquel punto a hacerlo.

Recordó todo lo que se habían dicho y que había hablado como con nadie en el mundo con aquel hombre que le había halagado el oído y el alma con palabras de esperanza y consuelo, con promesas de luz y de poesía, de vida importante, empleada en algo bueno, grande y digno de lo que ella sentía dentro de , como siendo el fondo del alma.

So... ... si... mo... Saturno bebió una copa de champaña acto continuo. Lo de pollo le había halagado. A la Marquesa se le ocurrió el disparate, tal vez sugerido por las nieblas del sueño, de mirar muy fijamente a Bermúdez, y ponerle unos ojos que ella sabía que in illo tempore mareaban a cualquiera. ¿Por qué no se casa usted? preguntó doña Rufina seria y melancólica, al parecer.

Era bastante rica para no desear el aumento de su fortuna; hay poca diferencia entre un millón de beneficios y quinientos mil francos de renta; algunos caballos más en las caballerizas, algunos lacayos más a la entrada, no añaden casi nada a la felicidad del dueño. Lo que la había halagado durante algún tiempo, era un nombre ilustre que pasear por el mundo.

¿Sabes que no noto en ti ningún cambio?... Te encuentro hoy tan ágil y tan fuerte como al salir de la Escuela. ¡Adulador! replica Delaberge, la verdad es que nuestros cabellos comienzan a blanquear y que llevamos cada uno veintiocho años más sobre la cabeza. En el fondo, sin embargo, le han halagado no poco las palabras de su camarada, sobre todo al ver que éste parece mucho más viejo que él.

Continuad; señora, continuad dijo el duque halagado por las palabras de doña Ana, porque tal era su vanidad, que se hinchaba con el placer de representar al rey de una manera indirecta, aunque esto no fuese sino como podía ser, á obscuras y ante una persona que nunca hubiese oído la voz del rey.

Un vejete de barba corta y dura sobre un rostro de cadavérica palidez se inclinó profundamente á su paso, sin que su modestia sufriese al no recibir contestación. Era el hombre más buscado y halagado por las damas que frecuentaban el Casino. Llevaba una especie de solideo negro en la cabeza, el sombrero en la diestra y una medalla de esmalte con el Corazón de Jesús en una solapa.

El señor Ronzal quiere que se le explique si se piensa que es él quien pone las varas que esa señora toma o deja de tomar. ¡Eso es! dijo Ronzal, que no pensaba en tal cosa, pero que se sintió halagado con la suposición. Quiero saber añadió si se piensa que yo soy capaz de poner en tela de juicio la virtud de esa señora tan respetable.... Pero ¿qué señora?

Fue, en suma, uno de esos momentos únicos en la vida de una niña vanidosa, en que el orgullo halagado origina tan dulces impresiones, que casi emula otros goces más íntimos y profundos, eternamente ignotos para semejantes criaturas. Pilar bailó con todas sus parejas como si de cada una de ellas estuviese muy prendada; tanto brillaban sus ojos y tal expansión revelaba su actitud.