United States or Oman ? Vote for the TOP Country of the Week !


Al terminar el baile que hacía el número cuatro, es decir, el anterior al vals que tenía comprometido con Amaury, Antonia fue a sentarse al lado de su prima para hacerle compañía hasta que la orquesta preludiase los primeros compases de la próxima danza.

Evidente es asimismo que Boscán y Garcilaso, importando en España la métrica y el modo de poetizar de los italianos, prestaron poderoso impulso y nuevo aliento a la literatura de su patria sin hacerle perder su originalidad castiza, sino suministrándole nuevos moldes de donde pudo salir y salió mejor ataviada y más limpia, refulgente y hermosa.

Fabrice procuró en vano hacerle comprender que el arte de ninguna manera consiste en servilmente copiar a la naturaleza, la que en misma es inerte y muda, sino en reflejar sobre ella las ideas que su contemplación sugiere a nuestra mente, prestándole un algo de esa alma que nosotros poseemos y de que ella carece; pero Calvat al oír tan exactos y atinados razonamientos, rompía en indignación, apostrofando a su cuñado de ser pintor de damiselas, de paisajista de corte, enviándolo por fin a esa repulsiva fosa común del ya difunto idealismo, es decir, la Academia.

Bobo, más que bobo». Maximiliano la despreciaba y se lo decía: «Lárgate de aquí, sinvergüenza, o te quito todas las muelas de una bofetada». «¿Vusté, vusté?, ja, ja. Si le cojo, del primer borleo va a parar al tejado». Más valía no hacerle caso. Era una inocente que no sabía lo que se decía.

Hay que hacerle justicia, sin embargo: nunca había atacado las plazas de sus pares, esto es, de los hidalgos de Laviana. Solamente á las del paisanaje llevaba la ruina y devastación. Por eso quizá disfrutaba aún de la luz del sol, tan cara á los mortales. Todos estos señores y los demás que se sentaban á la mesa del capitán compartían las ideas del joven Antero.

Jacobo de Lerne, al entrar, contempló aquel cuadro de santidad, que hubiera podido hacerle creer, al menos así se lo figuraba Juana, que las circunstancias eran más serias e importantes que lo que podría haberse imaginado. Sin embargo, pareció que no se había sorprendido, ni mostrose contrariado; púsose a acariciar a Roberto, cual si no lo hubiese llevado otro objeto.

Luego la trajeron a Sevilla, y desde entonces no había ocultado su resolución de abandonar el convento tan pronto como transcurriesen los cuatro años del primer voto. Indicome también que su madre, una persona muy piadosa y respetable, la excitaba a renovar los votos, y que el superior la había llamado varias veces a su celda para hacerle la misma recomendación.

Unos le escuchaban sin hacerle caso; otros, que habían visto de lejos el exterminio realizado por el gigante ante la cárcel, gritaban venganza.

Lo que le había parecido en el primer momento un envoltorio de ropas contenía una vida, y se negaba á dejarse llevar. Tuvo la certidumbre de que su oído le engañaba, con el trastorno de la emoción, al hacerle oir una voz de mujer; pero al mismo tiempo creyó que Celinda le había reconocido, llamándolo con desesperado lamento: ¡Papá!... ¡papá!...

De aquí tomó ocasión el duque de hacerle aquella burla: tanto era lo que gustaba de las cosas de Sancho y de don Quijote; y haciendo tomar los caminos cerca y lejos del castillo por todas las partes que imaginó que podría volver don Quijote, con muchos criados suyos de a pie y de a caballo, para que por fuerza o de grado le trujesen al castillo, si le hallasen.