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Hicímosle sitio en la mesa, previne a Facia que le fueran sirviendo desde la sopa de fideos inclusive; y mientras salía Tona y se quedaba su madre cambiando platos y retirando sobras destrozadas de guisotes, y todos le prestábamos grandísima atención, refirió él que bajando un pastor de su invernal, recién empezado el desnieve, a campo travieso, porque apretaba el frío y corría mucho una nube negra por mala parte y peor camino, se paró un instante, para echar una yesca y encender la pipa, a la misma boca de un covachón, conocido de muy pocos, por estar fuera de senda frecuentada, como a la mitad de distancia, por el atajo, entre Tablanca y el pueblo del relatante, pero en término municipal de éste.

Herido con esto el orgullo maternal de la señora de Benítez, habló con elocuencia y refutó el parecer de su marido, diciéndole para concluir: Pues debieras dar gracias a Dios y no lamentarte de que sea así tu hija, porque tal vez se quede para vestir santos, o bien se case con algún pobretón que, en vez de darle a comer pajaritos sin hueso y rellenos de trufas, tenga que alimentarla, y gracias, con esos guisotes que desdeñas, aunque con ellos te has alimentado y bien robusto te has criado.

El olfato se adiestra para atinar con los perfumes distinguidos y para no confundirlos con los que sahúman o aromatizan a la gente ordinaria; el tacto adquiere perspicacia asombrosa para reconocer y disfrutar lo suave, aterciopelado, tibio y madoroso; y el paladar, por último, deja de estar embotado por los groseros guisotes patrios, se limpia y se despeja y llega a penetrarse de cuantos deliciosos sabores dan a sus guisos los más inspirados cocineros del mundo.

Encaminó sus pasos a la calle del Ave María, y entró un poquillo avergonzado en la taberna, haciendo como que se sonaba, al atravesar la pieza exterior, para taparse la cara con el pañuelo. Estrecho y ahogado es aquel recinto para la mucha parroquia que a él concurre, atraída por la baratura y buen condimento de los guisotes que allí se despachan.

Al mes, ya Feijoo no podía vivir sin aumentar indefinidamente las horas que al lado de ella pasaba. Muchos días comían o almorzaban juntos, y como ambos amantes habían convenido en enaltecer y restaurar prácticamente la hispana cocina, hacía la individua unos guisotes y fritangas, cuyo olor llegaba más allá de San Francisco el Grande.

Cuando iba a dar una vueltecita por las tiendas, la mortificaban los olores que por diversas puertas salían en las calles más populosas, olor de humanidad y de guisotes. Las rejas de los sótanos despedían en algunos sitios una onda de frescura que la convidaba a detenerse; mas en aquellos sótanos donde había cocinas, el vaho era tan repugnante que la empujaba hacia el arroyo.

Petra había cuatro criadas: dos, zagalonas aún, duras en el trabajo, de apretadas carnes y músculos de acero, las cuales eran de las que llaman por allá de cuerpo de casa, esto es, que servían para fregar, aljofifar, enjalbegar y tenerlo todo saltandito de limpio; otra, ya más granada, aunque moza también, que cosía, zurcía y planchaba la ropa, y otra que guisaba los más castizos y sabrosos guisotes de la tierra, y que sabía hacer almíbares, cuajados, pastelillos, arrope y gachas de mosto.

Como estoy vestido, mi toilette no ofrece grandes dificultades. ¿Habrá por aquí el lujo de un peine? No te apures. No volveré hasta la noche, porque tengo que hacer». Esta pobre Isidora, ¡qué buena es! Si no fuera la maldita manía del pleito, que no ganará nunca, sería una muchacha ejemplar. Bien, bien; haremos lo que manda la señora. La fiera patrona no me envenenara con sus guisotes.

Ya columbraba la ventana de la cocina solariega y hasta llegaban á sus narices los aromas de los guisotes del ama de gobierno, cuando distinguió una miruella sobre la rama más alta de una higuera.

Pegajoso con aquellos de quienes podía sacar algo, sabía llegar a la casa en el momento en que iban a sentarse a la mesa, cansado de los guisotes de Catalina y los platos criollos de la tía Silda; cuando iban al teatro, cuando iban al paseo: era un lebrel a caza de invitaciones. En todas partes estaba, y siempre de arriba.