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Nada, sino que me ha asustao, porque me dijo que quería entrar, y como estamos solas, pensé que me pasaría algo ... porque como es una así tan guapetona.... Y no tiene una mala cara.... Ya ve usted. ¡Ah! ¿El oficial aquél del otro día?... ¿Y dices que se quería meter aquí? ; y después me preguntó por usted. ¿Por ? ¿Y qué le dijiste? Que estaba güena. Después dijo que si estaba aquí el viejo.

Era guapetona, alta y garbosa, mujer de un papelista, y la inquilina más ordenada, o si se quiere, más pudiente de aquella colmena. Vivía en una de las habitaciones mejores del primer patio y no tenía hijos propios, razón más para que Jacinta simpatizase con ella. En cuanto se vieron se comprendieron.

Ignoraba por ejemplo que Petra podía permitirse el lujo de servirle bien a él sin pensar en el interés, sin más pago que el del amor con que el gallo vetustense ya no podía ser manirroto: no era Petra enemiga del vil metal, ni la ambición de mejorar de suerte y hasta de esfera, como ella sabía decir, era floja pasión en su alma, concupiscente de arriba abajo; pero en Mesía no buscaba ella esto; le quería por buen mozo, por burlarse a su modo del ama, a quien aborrecía «por hipócrita, por guapetona y por orgullosa»; le quería por vanidad, y en cuanto a servirle en lo que él deseaba, también a ella le convenía por satisfacer su pasión favorita, después de la lujuria acaso, por satisfacer sus venganzas.

La portera de la casa indicada por Jacinto se prestó a dar cuantas noticias se le exigían, mas lo único de provecho que Juan obtuvo de su indiscreción complaciente fue que en la casa de huéspedes del segundo habían vivido un señor y una señora, «guapetona ella» durante dos días nada más.

Vivía á pupilo en casa de los padres de la Charanga, una moza guapetona y descarada que llevaba revuelta á la chavalería de Gallarta, prefiriendo entre todos al hijo de un licenciado de presidio, un rebelde que iba de una á otra cantera despedido siempre por su insolencia, y que, en los bailes del domingo, llamaba la atención por su faja de guapo arrollada desde el pecho hasta las ingles, con un arsenal de armas oculto.

Levantó los hombros Ferragut, y en vista de su indiferencia, el viejo no quiso guardar por más tiempo el secreto. ¡La pájara! añadió . Aquella pájara guapetona y perfumada que venía á verle... La de Nápoles... la de Barcelona... El capitán palideció, primeramente de sorpresa, luego de cólera. ¿Freya en Brest?... ¿Hasta aquí llegaba su espionaje?... Caragòl continuó su relato.

Yo me malicio ... aunque una sea así tan guapetona.... Yo me malicio que á no me quiere pa maldita de Dios la cosa ... porque al fin, siempre una es criada y él un caballero.... Pues parece persona muy principal. Digo... ¿Le dejo entrar? ¡Jesús, Pascuala, no lo vuelvas á decir! exclamó seriamente Clara. ¿Pero á qué quiere entrar aquí ese caballero? Toma, á verla á usted.

Ya ve usted qué poco respeto. ¡El viejo! ¡Qué irreverencia! Yo le dije que no. El me dijo que quería entrar á hablar conmigo... Pero vamos ... ya soy muy maliciosa, y yo me malicio.... ¿Qué? A no me engañan así con palabritas. Como es una tan guapetona.... No tengas cuidado dijo Clara riendo. Es que está enamorado de ti y quiere casarse contigo. Si lo sabe el tabernero.... ¿Mi Pascual?

¿Qué dice usted, hombre? ¿De quién habla usted? indicó Jacinta sospechando que Ido se electrizaba. Y en efecto, creyó notar síntomas de temblor en el párpado. «El Pitusín prosiguió Ido tomándose más confianza y bajando más la voz , es un nene de tres años, muy mono por cierto, hijo de una tal Fortunata, mala mujer, señora, muy mala... Yo la vi una vez, una vez sola. Guapetona; pero muy loca.

Sin vacilar dirigió sus pasos al altar mayor, diciendo por el camino: «Si no te voy a hacer mal ninguno, Diosecito mío; si voy a llevarte con tu mamá que está ahí fuera llorando por ti y esperando a que yo te saque... ¿Pero qué?... no quieres ir con tu mamaíta... Mira que te está esperando... tan guapetona, tan maja, con aquel manto todito lleno de estrellas y los pies encima del biricornio de la luna... Verás, verás, qué bien te saco yo, monín... Si te quiero mucho; ¿pero no me conoces?... Soy Mauricia la Dura, soy tu amiguita».