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Entramos en la sección del río llamada Angostura. El enorme caudal de agua, esparcido antes en extensos regaderos, corre silencioso y rápido entre las dos orillas que se han aproximado como aspirando a que las flotantes cabelleras de los árboles que las adornan confundan sus perfumes. Jamás aquel «espejo de plata, corriendo entre marcos de esmeralda» del poeta, tuvo más espléndido reflejo gráfico.

Algunos llegaban hasta a filiarle en una de las célebres partidas de bandoleros que infestaron a España poco después de la guerra. Pero él explicaba del modo más sencillo y gráfico la procedencia de su fortuna, que no bajaba de cien mil millones de pesetas.

Todos estos rumores llegaban cada vez con más consistencia a los oídos de Mutileder y le iban dando mucho que sentir y no poco que sospechar: le iban dando, permítaseme lo vulgar de la frase en gracia de lo gráfico, muy mala espina.

Sin embargo, al dirigir la vista hacia la alta cruz pintada de verde y cubierta por largo velo sombrío, que se levantaba en medio del altar, entre doce hachones ardientes, sintió un brusco estremecimiento, como si Dios mismo acabara de hablarle con su gráfico lenguaje.

Su definición precisa tampoco es fácil sin que se me olvide algún rasgo gráfico de ella; por lo cual juzgo de rigor que nos traslademos adondequiera que se eche una..., y allá nos vamos.

Tan detenido como el examen gráfico ha sido el de los primitivos tratados y disciplinas de fábrica de naos en que se manifiestan las proporciones del vaso y de la arboladura, labra de los miembros, su enlace, materiales, clavazón, dando lugar preferente á las obras de Diego García de Palacio y de Juan Escalante de Mendoza entre todas las publicadas ó inéditas que ha dado á conocer el Sr.

Aquel bello talento se esterilizó por completo. Se me viene a la memoria un incidente verdaderamente gráfico en la vida de Prevost-Paradol. Un día, un amigo le decía: «¿Por qué no escribe usted la historia de las ideas parlamentarias? Hay ahí un libro interesante y digno de tentar su talento.

La primera se llamaba virote ó radio; su extremo inferior coz de la ballestilla; la segunda vara se nombraba sonaja. Se graduaba el virote desde el extremo de la coz, por un método gráfico sencillísimo que explican todos los autores citados.

Dos palillos mal forrados en un pellejo sobrante eran los brazos, que no cesaban de moverse, amenazando tocar un redoble sobre la cara del oyente; y dos manos de esqueleto, con las falanges tan ágiles que parecían sueltas, no paraban en su fantástico girar alrededor de la frase, cual comentario gráfico de sus desordenados pensamientos.

En una columna se ponen los puntos correspondientes al negro, y, en otra, los correspondientes al encarnado. Luego se trazan las líneas de punto a punto y se va obteniendo un gráfico del juego, que es algo así como el gráfico de una fiebre tifoidea. Hay juegos serpentinos, de línea inquieta, que salta constantemente de columna a columna y que podrían llamarse juegos de alambique.