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Orden del día: continúa la discusión del presupuesto de obligaciones eclesiásticas. En el salón de sesiones se marcó un movimiento de fuga; el mismo pánico que desbanda los ejércitos y disuelve las multitudes. Se levantaban los más resueltos para escapar y les seguían en su huida grupos enteros, aclarándose por momentos los escaños. La Cámara estaba llena desde primera hora.

La navegación no podía ser mejor. El Mediterráneo era una llanura de plata bajo la luz de la luna. De la costa invisible llegaban tibias bocanadas de perfume campestre. Los grupos de la cubierta hacían memoria, con una satisfacción egoísta, de los grandes peligros que arrostraban las gentes al embarcarse en los mares del Norte, plagados de submarinos alemanes.

Por sobre un puente se pasa el río de París, el Sena famoso, y ya se ven por todas partes los grupos de gente asombrada, que vienen de los edificios de orillas del río, donde está la Galería del Trabajo, en que cuecen los bizcochos en un horno enorme, y destilan licor del alambique de bronce rojo, y en la máquina de cilindro están moliendo chocolate con el cacao y el azúcar, y en las bandejas calientes están los dulceros de gorro blanco haciendo caramelos y yemas: todo lo de comer se ve en la Galería, una montaña de azúcar, un árbol de ciruelas pasas, una columna de jamones: y en la sala de vinos, un tonel donde cabrían quince convidados a la mesa, y un mapa de relieve, que todos quieren ver a un tiempo, donde está todo el arte del vino, la cepa con los racimos, los hombres cogiendo en cestos la uva en el mes de la vendimia, la artesa donde fermenta la vid machucada, la cueva fría donde ponen el mosto a reposar, y luego el vino puro, como topacio deshecho, y la botella de donde salta con su espuma olorosa el champaña.

Las vacas movían el baboso hocico, sin ninguna inquietud, al ver el tren y volvían de nuevo á rumiar con la cabeza baja sobre el verde del prado. Grupos de mujeres lavaban sus guiñapos casi tendidas al borde de arroyos de líquido rojo, como si fuese sangre. Era el eterno color del agua en los alrededores de Bilbao: los lavados del mineral enrojecían hasta la corriente del Nervión.

Por las anchas aceras de la calle de Alcalá desembocaba también en Recoletos muchedumbre compacta de gente de a pie, destacándose de trecho en trecho grupos de mantillas más o menos bien llevadas, peinetas de teja puestas en cabezas más o menos airosas.

Y al pié de esas ricas arboledas y de esas chozas llenas de colorido local, los grupos animados de viajeros y bogas, tan discordantes y variados, y formando un contraste tan curioso como el que hacian el vapor Bogotá y los champanes y las casas indígenas.

Cuidaréis que la gente de cada uno de estos grupos sea de las aldeas próximas, para evitar que las mujeres tengan que andar mucho al llevar las provisiones. Además, los heridos estarán así más cerca de sus casas, lo que hay que tener también presente. Esto es lo que tenía que deciros, por el momento.

Detrás se percibían esfumadas en la sombra las siluetas de quince ó veinte monteras que cobijaban las cabezas de otros tantos jóvenes de los altos de Villoria. Su llegada produjo cierta sensación en los grupos cercanos, pero muy particularmente en nuestras zagalas, que hicieron un movimiento de sorpresa.

La comida fue divertidísima; Currita tuvo el capricho de mandar preparar a su cocinero un menú; japonés, y todos se sentaron a la mesa con los mismos trajes japoneses con que en diversos grupos y actitudes se habían retratado en la cabaña de Fernandito.

La muerte se le aparecía como algo dulce y triste que podía solucionar todas las contrariedades de su existencia. Automáticamente se metió en su camarote, tomando muchos objetos de un modo instintivo, sin que su razón pudiese definir por qué hacía esto. Al volver á la cubierta, ya no vió á los grupos de pasajeros. Todos estaban en los botes.