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Aquí no hay caballero que valga; no hay más que un hombre que te quiere, que tiene derecho... ¡Calla, o me marcho! ¡Me oirás! ¿Conque has tenido valor de engañar a un pobre hombre y ahora quieres sentar plaza de virtud arisca? ¡Es tarde! Aun pareciéndole a Cristeta dura y grosera la frase, se alegró de oírla, porque la energía con que don Juan la dijo denotaba sinceridad.

Hay instantes en que resulta grosera la más delicada voluptuosidad: amar sin deseo es peor que comer sin hambre. Anda dijo ella, tragándose el salado amargor de las lágrimas ; confiesa que no vuelves..., que te has cansado de . Entonces él no pudo más, y mintió por salir del atolladero, exclamando: ¡No he de volver! A esta frase se agarró ella como a clavo ardiendo.

Muchísimo la molestó esta grosera bellaquería, que tan duramente la apellidaba; pero disimuló y se reportó durante muchos días, sin decir nada a su padre.

Todo ha sido sencillo, natural, impremeditado. Acuérdate bien de todo. Vimos al Conde en los Jardines del Buen Retiro, y me excitaste a coquetear con él. ¿Es esto cierto? Lo es. ¿Es cierto que hasta me diste lecciones de coqueteo, con el fin... pásame lo grosero de la expresión... más grosera es la idea... con el fin de ver si lograba pescarle para marido? También es cierto; no lo puedo negar.

No había sido más que una irritación pasajera levantada por el amor propio. Después de todo, en el instante de contemplar su perfidia, ¿no iba él también á engañarla y á hacerla una traición? Cierto que no era tan grosera, pero al fin era una traición.

Las malas lenguas pueden decir cuanto se les antoja, los mal pensados pueden suponer las mayores diabluras; pero lo cierto es que doña Inés era recatadísima y, o bien tenía razón el padre Anselmo y era una Lucrecia cristiana, o bien sabía, con prodigioso artificio, practicar aquel famoso precepto que dice: «Si no eres casta, cautaDe aquí que doña Inés pudiese erguir muy alta la frente y calificar de brutal y grosera calumnia la más leve insinuación que contra su honestidad se atreviese a hacer algún deslenguado.

Fatuo y presuntuoso además, el tunante no ocultaba su grosera admiración por miss Darling, a la que asestaba miradas lánguidas, dignas de un tenor de Belleville, y el capitán había tenido que amenazarle más de una vez con el cepo. Ragasse, pues, le había consagrado un odio astuto que no esperaba más que la ocasión de estallar...

Cuando por fin apareció completamente vestida, con su traje de seda cruzada color plata, con su cuello de encajes, su collar y sus pendientes de coral, las señoritas Gunn no encontraron nada que criticarle, a no ser sus manos. Estas tenían las huellas dejadas por la fabricación de la manteca, del queso y aun de alguna otra tarea más grosera.

Esta división duró de tal manera en lo sucesivo, que aquélla, baja ya y grosera farsa, fué destinada á divertir al pueblo, mientras que los poetas más instruídos consagraron á éste sus esfuerzos.

De esta suerte se hizo Antoñona la confidenta de Pepita, la cual hallaba gran consuelo en desahogar su corazón con quien, si era vulgar o grosera en la expresión o en el lenguaje, no lo era en los sentimientos y en las ideas que expresaba y formulaba.