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Después, el amable capitán de la guardia africana entró en la biblioteca de Abu-Melik y de Ben-Farax, y en ésta encabestró a buen ojo cuatro poetas que escribían sendas cásidas de versos, presumiendo con ello dirigir al género humano, y en la otra atrailló a cuatro escritores graves que refutando hechos, desmintiendo las crónicas viejas, criticando los escritos antiguos, derramando la desconfianza y quitando la fe en todo lo tradicional, hacían de la historia una miserable controversia.

Esta se ruborizó de golpe por la idea sola de aproximarse a la marquesa. ¡Qué minuto de asombro y congoja dulce! Después el marqués viudo habló algo de los graves sucesos políticos del día; pero a Isidora le importaba poco que se llevara el diablo a todos los políticos y no se enteró de nada. Cuando se quedó sola, ¡qué cosas pensó y dijo!

No obstante, ciertas particularidades que en un principio le entretenían y divertían su imaginación, comenzaron a afligirle, y graves dudas asaltaron su conciencia.

Sobrevinieron graves disturbios en los reinados de Enrique III y Juan II; y fue sacrificada ya por el uno ya por el otro bando . Siguieron tras aquellos tristes acontecimientos las escandalosas guerras civiles entre Enrique IV y sus hermanos; y se vió destruida y ensangrentada por los mismos habitantes.

El río estaba en bajante, y mucha gente curiosa ocupaba la playa, donde un enjambre de pilluelos saltaba y retozaba por las toscas. No faltaban personas graves que, armadas de anteojos de teatro, escudriñasen el río y consultasen con sus vecinos los puntos más remotos que se dibujaban en el límite del agua con el cielo.

Censurar que el alma busque siempre su bien, dijo entonces el Padre, sería tan absurdo como censurar que busquen los graves su centro. Ley es ésta indefectible, donde no hay libertad, donde no cabe ni mérito ni demérito.

Hemos tocado, en fin tocar nada más temas graves y temas ligeros, procurando dar un poco de gravedad a los ligeros y un poco de ligereza a los graves, siguiendo en esto el orden mismo de la vida que mezcla la alegría frívola y la tristeza profunda, el dolor y el placer, la risa y las lágrimas.

Algún tiempo después de vivir de aquel modo, tuvo nuestro joven otro encuentro, fecundo también en graves consecuencias. Aconteció que un día de Carnaval se disfrazó de máscara, y en compañía de otros dos amigos, se bajó al Prado. Vestía traje de chula, y ostentaba, para mayor regocijo de los mirones, un seno exuberante, embutido de algodón.

Es utilísima en union con la digital ó árnica, el eléboro y el azufre en las irritaciones subagudas de las meninges, consecutivas de las fiebres graves.

No habría habido sin duda nada de escandaloso ni de particular, ni peligro alguno para la buena reputación del ministro, si Ester le hubiera visitado en su propio estudio donde tanto penitente, antes de ahora, había confesado culpas quizás aun más graves que la que acusaba la letra escarlata.